El primer Papa que subió a un avión, el primero que hizo un viaje apostólico a Tierra Santa (seis meses después de la elección como Pontífice y con el Concilio en curso), el primer Papa que se quitó la tiara, fue él, Pablo VI.
Lo ha recordado el cardenal Giovanni Battista Re, prefecto emérito de la Congregación de los Obispos, durante la rueda de prensa del viernes por la mañana en la Sala de Prensa del Vaticano.
En preparación al gran evento de la beatificación de este domingo, 19 de octubre, en San Pedro, se ha recordado la vida de Pablo VI. Asimismo, el padre Federico Lombardi, portavoz vaticano, ha confirmado la presencia del Papa emérito Benedicto XVI en la celebración.
"El gesto de quitarse ese birrete era para mostrar al mundo que la autoridad del Papa no está unida a ningún poder temporal y humano. Pablo VI quería venderlo, y que lo recaudado lo dieran a los pobres; la tiara terminó en el museo, mientras lo recaudado fue donado a Madre Teresa durante el viaje apostólico a India", ha explicado el purpurado.
"El Papa Montini suspendió además la corte pontificia, reformó la Curia y prosiguió en el diálogo con los ortodoxos que había iniciado con Juan XXIII", ha añadido al describir los pequeños y grandes gesto que correspondían a la profunda riqueza espiritual del Pontífice.
El mismo Pablo VI explicaba esta riqueza de este forma: "A mi madre le debo el sentido de recogimiento y de oración, de la oración que es meditación y de la meditación que es oración".
"Se dice que era un papa indeciso, en realidad, más que duda, lo suyo era una voluntad de profundizar", recuerda el cardenal, añadiendo que "quería escuchar las diferentes voces, profundizar las razones de los otros, y entonces, después, decidía".
"Se reveló un gran hombre de diálogo, se dio cuenta que la mayor parte de las personas en el mundo no son católicas, por esto la actitud de la Iglesia tenía que ser la del diálogo respetuoso y de anuncio del amor".
"Rico de espiritualidad, agudo en el análisis, genial en el encontrar soluciones, sensible en las esperanzas de los hombres de la época", a él le toca el mérito de haber mirado el Concilio Vaticano II con mano firme, de haberse comprometido después en su aplicación. "Es casi sobrehumana la forma en la que Pablo VI ha guiado el Concilio", dijo en una ocasión Benedicto XVI.
Por su parte, el papa Francisco observó en una ocasión que "la herencia de Pablo VI no debería permanecer cerrada en su tumba". Juan Pablo II dijo de él que "ha sido mi verdadero padre", "un gran don para la Iglesia, pero también un gran don para la humanidad".
De hecho, el papa Montini pasará a la historia también como un hombre de cultura, que apreció los descubrimientos del propio tiempo. Y que no era una papa ´triste´ lo testimonia también la imagen del tapiz que será colocado en la plaza de San Pedro este domingo para la beatificación.
"Hemos querido romper la lógica del medio busto", ha declarado el vice postulador, el padre Antonio Marrazzo.
El Pontífice está retratado de pie, de cuerpo entero sobre un fondo de sampietrini (adoquines típicos romanos), "para dar la imagen de un pastor que condujo a la Iglesia por los caminos del mundo". "El gesto de Pablo VI", alegre, con los brazos abiertos, "recuerda el encuentro, la acogida y el diálogo".
"Nosotros no beatificamos un papa, beatificamos a Montini en su entera persona, no en su rol, sino un modelo de vida cristiana visible por todos", ha especificado el postulador.
Además, el padre Marrazo ha contado el milagro que en 2001, gracias a la intercesión del futuro beato, supuso la curación inexplicable de un feto. Hoy ese feto tiene trece años y no ha tenido nunca problemas de salud desde el nacimiento.
Un milagro que refleja la atención de todo el pontificado de Montini hacia los más débiles, si se piensa que fueron estas las últimas palabras proféticas de la homilía que hizo antes de morir: "En este compromiso ofrecido y sufrido de magisterio al servicio y en defensa de la verdad, nosotros consideramos imprescindible la defensa de la vida humana. El Concilio Vaticano II ha recordado con palabras duras que ´¡Dios dueño de la Vida, ha confiado a los hombres la altísima misión de proteger la vida!´ Y nosotros, que consideramos nuestra precisa entrega la absoluta confianza a las enseñanzas del mismo Concilio, hemos hecho del programa de nuestro pontificado la defensa de la vida, en todas las formas en las que pueda ser amenazada, molestada o incluso suspendida".
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