Es la hermana Luzia Premoli, brasileña, superiora general de las Hermanas Misioneras Combonianas, fue nombrada miembro de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos en septiembre de 2013.
En una entrevista a ACI, la religiosa señaló que “el nombramiento me tomó por sorpresa, no lo esperaba, pero también estaba muy contenta porque concreta el deseo del Papa Francisco de que haya más mujeres en los altos cargos de la Iglesia Católica”.
Pese a que las mujeres ya trabajaban en el Vaticano, como consejeras o incluso subsecretarias y miembros de consejos pontificios, nunca se había nombrado a una mujer como miembro de una congregación que son los departamentos de más alto rango de la curia romana.
Luzia Premoli nació en Brasil e ingresó a los 23 años en las Hermanas Combonianas, congregación misionera fundadaspor San Daniel Comboni en el s.XIX, convencido de que en África, pese a todos los peligros y penalidades, las mujeres podían llegar a evangelizar y servir en lugares que a los hombres les estaban vedados.
Sor Luzia estuvo ocho años como misionera en Mozambique y otros ocho en Brasil, donde fue nombrada provincial. En 2010, fue elegida superiora general de la orden.
“Nuestro carisma es la evangelización de los pueblos que aún no han recibido el Evangelio y ayudar a las iglesias locales a ser misioneras de su propio entorno y al mismo tiempo abrirse a todos los desafíos misioneros en el mundo”, explicó la religiosa.
La hermana Premoli recuerda sus misiones en África.
“Estuve en Mozambique en 1989, en medio de una guerra civil, y me di cuenta de que las personas valoraban cada cosa pequeña que tenían: un pedacito de jabón, algo de ropa. Luego de cuatro años, volví a Brasil para tomar un descanso y sentí como si estuviera en otro mundo, donde las cosas se desperdiciaban y existía un amor por cosas innecesarias”.
La religiosa agregó que su experiencia “fue una enseñanza para vivir una vida más sobria y para ser capaz de valorar todo lo que tenemos”.
Durante su experiencia como misionera, la hermana Premoli también se impresionó del hecho que “en medio de las tragedias, las mujeres siempre llevaban a sus hijos sobre sus hombros y que los niños siempre conservaron la calma, como si el contacto con ellas les hiciera sentirse protegidos”.
La hermana Premoli aseguró que la contribución que las mujeres pueden dar a la vida de la Iglesia es la maternidad.
La Iglesia es llamada “madre”, y una madre debe entregar un anuncio lleno de esta vida plena y gozosa que Jesús nos ha dado”.
La religiosa subrayó que “si bien la Iglesia ha entregado una organización en la que los altos cargos han sido ocupados casi exclusivamente por hombres, las comunidades están llenas de mujeres que entregan su contribución personal a la vida de la Iglesia”.
La contribución más grande que las mujeres pueden dar a la vida de la Iglesia es “la manera de contemplar la realidad y su sinceridad”. Las mujeres tienen esta peculiar pasión que “viene probablemente de su maternidad”, observó.