Contemplar, salir, hacer escuela. Han sido las tres indicaciones que ha dado esta mañana el Papa Francisco al Movimiento de los Focolares, cuya asamblea general tiene lugar estos días en Roma.
La Obra de María, conocida por todos con el nombre de Movimiento de los Focolares, nació en el seno de la Iglesia Católica ''de una pequeña semilla que en el curso de los años -ha recordado el Santo Padre- ha dado vida a un árbol que ahora extiende sus ramas a todas las expresiones de la familia cristiana y también a los miembros de diversas religiones y a tantos otros que cultivan la justicia y la solidaridad junto a la búsqueda de la verdad''.
Francisco se ha referido con gran afecto y agradecimiento a Chiara Lubich, fundadora y primera presidente de los Focolares para señalar después que el Movimiento, fiel al carisma del que nació y del que se alimenta ''se enfrenta hoy a la misma tarea que compete a toda la Iglesia: ofrecer, con responsabilidad y creatividad su aportación peculiar a esta nueva estación de evangelización''. Y para ese fin ha indicado tres maneras: contemplar, salir y hacer escuela.
Para contemplar es necesario ''ensanchar la interioridad propia siguiendo la medida de Jesucristo y del don de su Espíritu'' y ''hacer de la contemplación la condición indispensable para una presencia solidaria y una acción eficaz, realmente libre y pura''.
Contemplar significa, además ''vivir en compañía con los hermanos y hermanas, partir con ellos el Pan de la comunión y la fraternidad, atravesar juntos el umbral que nos introduce en el seno del Padre porque la contemplación que excluye a los demás es un engaño. Es narcisismo.
Después hay que ''salir como Jesús del seno del Padre para anunciar la palabra del amor a todos, hasta entregarse a sí mismo en el madero de la cruz. Tenemos que aprender de él, esta dinámica del éxodo y del don, del salir de sí mismo, de caminar y sembrar siempre de nuevo, siempre más allá... No podemos vacilar sino más bien , con la ayuda de Dios, apuntar alto y ensanchar la mirada. Y para hacerlo tenemos que salir con valor ''hacia El, fuera del campamento, llevando su oprobio''. El nos espera en las pruebas y en los gemidos de nuestros hermanos, en las llagas de la sociedad y en las interrogaciones de la cultura de nuestra época''.
Duele el corazón cuando ante una Iglesia, una humanidad con tantas heridas, morales, existenciales, de guerra, que sentimos todos, vemos que los cristianos empiezan a hacer bizantinismos filosóficos, teológicos, espirituales, cuando lo que hace falta es una espiritualidad en salida... Hay que salir porque ... la Iglesia parece un hospital de campaña. Y cuando se va a un hospital así, lo primero que hay que hacer es curar las heridas, no analizar el colesterol; eso se hace después''.
A la hora de hacer escuela, ''es necesario formar, como exige el Evangelio hombres y mujeres nuevos y para ese fin hace falta una escuela de humanidad a medida de la humanidad de Jesús... Sin una formación adecuada de las nuevas generaciones es ilusorio pensar en poder realizar un proyecto serio y duradero al servicio de la nueva humanidad''.
''Chiara Lubich -ha concluido Francisco- había acuñado una frase que sigue siendo actual: Hoy, decía, hay que formar a 'hombres-mundo', hombres y mujeres con el alma, el corazón, la mente de Jesús y por lo tanto capaces de reconocer e interpretar las necesidades, las preocupaciones y las esperanzas que se anidan en el corazón de cada persona''.