El arzobispo filipino Bernardito Auza, que es Nuncio Apostólico y Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, ha participado en el 57º período de sesiones de la Comisión de Desarrollo Social de la ONU, que está tratando el tema "Abordar las desigualdades y los desafíos para la inclusión social mediante políticas fiscales, salariales y de protección social".
El arzobispo Auza ha expuesto la postura vaticana al respecto: “La Santa Sede no puede dejar de insistir en que la educación inclusiva de calidad, en particular para los niños y los jóvenes en situaciones socioeconómicas desfavorecidas, es un instrumento fundamental para reducir las desigualdades y un factor que dinamiza la movilidad socioeconómica y equitativa de las personas y de familias enteras. La promoción del futuro de los jóvenes debe incluir la inversión en la familia”.
El diplomático subraya que “las políticas basadas en la familia, como el apoyo a la infancia y a la familia, las políticas fiscales favorables a la familia y los programas de protección social, son inversiones que catalizan a la familia para contribuir a la formación de las generaciones futuras y a la atención de los miembros más vulnerables de nuestra sociedad”.
El arzobispo denunció al inicio de su intervención que "la brecha entre los países muy ricos y los pobres continua creciendo”.
Desconexión entre gobernantes y ciudadanos
Avisó de que una desigualdad así "socava la cohesión social y la confianza en los sistemas sociopolíticos, hecho que conduce a una desconexión entre los gobernantes y los ciudadanos, generando inseguridad e incertidumbre sobre el futuro”.
Auza citó al Papa Francisco, quien a menudo enfatiza que "el ser humano es el centro del desarrollo y que, mientras los hombres y las mujeres permanezcan pasivos o marginados, el bien común no puede estar plenamente cumplido". También es fundamental reconocer la gran contribución que las mujeres al desarrollo y garantizar una mayor igualdad entre las mujeres y los hombres, que incluya igual retribución por un mismo trabajo y la equidad en la carrera profesional, así como la protección de las madres”.
"Otro mundo es posible", exclamó el Papa Francisco durante la Jornada Mundial de la Juventud, celebrada recientemente en Panamá. Nos instó a que asumiéramos nuestra responsabilidad en su construcción, para que así fuera, dijo, "nuestros sueños no son efímeros o etéreos, pero pueden promover un contrato social en el que todo el mundo tenga la oportunidad de soñar con un mañana". Para que esos sueños sean realidad, es necesario abordar las desigualdades y los desafíos de la inclusión social. Esta Comisión es un paso esperanzador en esa dirección”, dijo el delegado papal ante Naciones Unidas.