En una tarde primaveral, el Papa Francisco llegó al Estadio Olímpico de Roma, repleto y lleno de entusiasmo. Allí más de cincuenta mil personas llegadas desde 52 países le recibieron cantando aplaudiendo y agitando pañuelos, al son de Hosanna en el Cielo.
Es la primera vez en la historia que un Pontífice ha visitado este lugar y lo ha hecho para encontrarse con los miembros del movimiento Renovación Carismática Católica (RCC), que realiza su 37ª Asamblea Nacional. Este ha sido el momento más importante del congreso que realizan hoy domingo 1 y este lunes 2 de junio, y que lleva por lema ¡Convertíos! ¡Creed! ¡Recibid el Espíritu Santo!
Un encuentro que concluyó con un llamado del Santo Padre: "Hermanos y hermanas -dijo el Papa Francisco antes de dar la bendición apostólica-, acuérdense: adoren a Dios Nuestro Señor, es éste el fundamento, busquen la santidad en la nueva vida del Espíritu Santo. Eviten la excesiva organización, salgan a evangelizar por las calles, acuérdense que la Iglesia nació en salida esa mañana de Pentecostés. Acérquense a los pobres y toquen en ellos la carne herida de Jesús. Por favor, no enjaulen al Espíritu Santo”.
Apenas el Santo Padre entró en el principal estadio deportivo de Roma, los organizadores le dijeron que para remediar los tantos gritos de ¡Viva Francisco!, que a él no le gustan, le cantaban ¡Viva Jesús el Señor!, y el Papa cantó visiblemente con ellos.
Los organizadores añadieron: “Aquí no está ni el equipo Roma, ni el Lazio, ni el San Lorenzo, pero tenemos un entrenador que es el Espíritu Santo". Y que "Jesús en nuestra vida ha vencido, en tantos enfermos que con dignidad no se dejan robar la alegría, cuando usamos nuestras lenguas no para criticar sino para adorar al Señor”.
El presidente italiano de RCC, Salvatore Martínez, recordó que “el año pasado cuando le anuncié que íbamos al Estadio Olímpico, usted me dijo ´yo voy´ y ha cumplido su palabra”. Y que "nacimos con Pablo VI, crecimos con Juan Pablo II y ahora nos encontramos con usted aquí”. Y concluyó pidiendo: “Rece por nosotros e invocamos al Espíritu Santo”.
Le siguieron la lectura de los Actos de los Apóstoles, sobre Pentecostés y los dones del Espíritu Santo.
A continuación dieron su testimonio, jóvenes, personas de media edad, sacerdotes, estudiantes, madres de familia con sus hijos, etc. Después de los mismos, el Santo Padre dirigió unas palabras breves. Como a los jóvenes, a quienes invitó a ser generosos: "No guarden la juventud solamente para ustedes, como en una caja fuerte, sería triste", dijo.
Después del testimonio de una madre de familia el Papa recordó: “Las familias son la Iglesia doméstica en donde Jesús crece en el amor de los cónyuges, en el amor de los hijos, por eso el enemigo ataca tanto a la familia, el demonio no la quiere e intenta destruirla”.
Y si bien “son pecadores como todos, quieren ir hacia adelante en la fe y en su fecundidad, y en la fe de los hijos. Que el Señor bendiga a la familia y la vuelva fuerte en esta crisis en la que el diablo la quiere destruir”.
Fue también emocionante el testimonio de una joven italiana que dijo: “Soy ciega pero mi luz es Jesús”. Y añadió: "Rece por nosotros para que podamos dar testimonio a pesar de nuestra enfermedad”.
El Santo Padre, después de abrazarla, dijo: “Los hermanos y hermanas que sufren, que tienen enfermedades o que sufren limitaciones, son ungidas por el sufrimiento de Jesús y lo imitan en un momento difícil de su cruz". Y concluyó: "Gracias, hermanos y hermanas, por aceptar ser ungidos por el sufrimiento. Gracias por la esperanza de la que ustedes dan testimonio”.
Y el Papa, dirigiéndose a Salvatore Martínez, director del movimiento, dijo: “Le decía a Salvatore que falta alguien, quizás lo más importante: los abuelos. Y esos son la seguridad de nuestra fe: los ancianos. Fíjense cuando María y José llevaron a María el templo, dice el Evangelio que fueron conducidos por el Espíritu Santo. Los jóvenes tienen que cumplir la ley, los ancianos como el buen vino tienen esa libertad del Espíritu Santo. Es así”.
Panel de fotos del encuentro de Francisco con la Renovación Carismática
Tras unos instantes de silencio, delante de los cincuenta mil presentes el Papa recitó una oración: “Señor mira a tu pueblo que espera el Espíritu Santo, mira a los jóvenes, a las familias, a los niños a los enfermos, a los sacerdotes, a los consagrados, a nosotros los obispos, mira a todos. Concédenos la santa ebriedad del Espíritu, la que hace hablar todos los idiomas; de la caridad, siempre cerca de los hermanos y hermanas que tienen necesidad de nosotros. Eséñanos a no luchar entre nosotros para tener un poco más de poder, a amar más a la Iglesia que es nuestro partido, enséñanos a tener el corazón abierto para recibir el Espíritu. Envía tu espíritu sobre nosotros. Amen”.
Y les agradeció por la calurosa acogida. Recordó que cuando celebraba en Buenos Aires con Renovación Carismática le gustaba mucho el canto Vive Jesús Nuestro Señor, en la misa, después de la consagración. "¡Gracias, me he sentido en mi casa!", dijo.
“Ustedes, Renovación Carismática -prosiguió el Santo Padre- han recibido un gran don del Señor, han nacido del Espíritu Santo como una corriente de gracia en la Iglesia y para la Iglesia".
“Cuando pienso en ustedes carismáticos me viene la imagen de la Iglesia en un modo particular. Pienso en una gran orquesta en donde cada instrumento es distinto del otro, pero todos son necesarios": precisó que “ninguno en Renovación puede pensar ser más importante o más grande del otro, porque si alguno se siente más importante, entonces inicia la peste. Nadie puede decir yo soy el jefe, porque tienen un solo Señor, el Señor Jesús”.
Recordó cuando los escuchó por primera vez y pensó que confundían la fe con una escuela de samba. “Y al final entendí el bien que Renovación hacia a la Iglesia”, Y que esta historia termina en un modo particular: “Pocos meses antes de ir al cónclave fui nombrado como asistente del movimiento carismático en Argentina".
Momentos de alegría y carismáticos croatas en el estadio
Recordó que “en los primeros tiempos se decía que los carismáticos llevaban siempre una Biblia y Nuevo Testamento. ¿Lo hacen también hoy? No estoy tan seguro" dijo. Y los invitó: "Vuelvan siempre al primer amor, llévenlo siempre en el bolsillo y lean algo”.
Advirtió entretanto sobre “el peligro de la excesiva organización: se necesita, pero sin perder la gracia de dejar a Dios ser Dios, y no hay mayor libertad que dejarse llevar por el Espíritu para que nos oriente y nos lleve adonde él desea. El sabe lo que necesita cada ocasión”.
“Otro peligro -añadió el Pontífice- es volverse controladores de la gracia de Dios. Tantas veces los responsables -me gusta llamarlos los servidores-, se vuelven administradores de la gracia, decidiendo quién puede recibir la efusión en el Espíritu y quién no. Y si alguien lo hace, por favor no lo hagan más. Ustedes son dispensadores de la gracia de Dios y no controladores. No sean la aduana del Espíritu Santo”.
¿Qué se espera el Papa de ustedes?, dijo. "Primero, la conversión y amor de Jesús que cambia la vida y hace de un cristiano testimonio de Dios. Espero que compartan en la iglesia la difusión del Espíritu Santo”. También “que Jesús está vivo y ama a todos los hombres”. Y que den “testimonio delante de otras Iglesia que creen en Jesús como Salvador” manteniéndose unidos en el amor de Jesús y en esta unidad que debemos tener todos nosotros.
Recordó que “Renovación es por su naturaleza ecuménica. Acérquense a los pobres y necesitados para tocar en sus cuerpos a la carne herida de Jesús. Busquen la unidad de la Renovación, porque la unidad viene del Espíritu Santo. La división viene del demonio, escapen de las luchas internas, por favor”.
Agradeció también a quienes están organizando el gran jubileo de 2017, e indicó que “espero celebrarlo en la plaza de San Pedro”.