Después de haber visitado la mezquita de Al-Aqsa, el Papa fue en auto al Muro Occidental, o Muro de los Lamentos, a un kilómetro de distancia en la mañana del lunes en su visita a Jerusalén.
En la explanada del Muro de los Lamentos, con fuertes medidas de seguridad, el rabino jefe de Jerusalén y otras autoridades dieron la bienvenida al Santo Padre.
Se trata de una parte de la pared de sostén de la explanada del Templo de Salomón, destruido en época romana.
Un joven rabino le ha explicado al Santo Padre la historia de la construcción del Templo de Jerusalén.
“El palacio más bello que la historia de Israel haya conocido en su historia”, indicó. E ilustró también sobre la destrucción del mismo. Lo hizo utilizando una serie de maquetas. Y a continuación el rabino jefe de Jerusalén dirigió unas palabras.
Después el Santo Padre se acercó al Muro de los Lamentos, rezó algunos minutos en silencio, con una mano apoyada el el Muro y depositó un mensaje escrito, que contenía el Padre Nuestro y una oración inspirada en parte del salmo 122, en una de las fisuras del mismo.
"¡Qué alegría cuando me dijeron: ´Vamos a la Casa del Señor´! Nuestros pies ya están pisando tus umbrales, Jerusalén», añadiendo: "Con estos sentimientos de alegría hacia mis hermanos mayores, he venido y he pedido al Señor la gracia de la paz".
Al concluir su oración, todos pudieron ver el emocionante abrazo entre el Santo Padre, el rabino Abrahán Skorka y el jeque Omar Abboud. Un sueño que ellos tuvieron en Argentina durante el diálogo interreligioso que mantuvieron durante años, era esta visita en Tierra Santa, pero el abrazo sobre todo es símbolo de que la paz y la amistad entre personas de las tres religiones es posible.
A continuación el Santo Padre saludó a diversas personas y firmó el libro de honor.