La reina vestía de color violeta claro con un sombrero del mismo color pero un poco más oscuro. En la solapa llevaba un zafiro rodeado de diamantes, joya de familia.
La Reina, muy elegante, no vistió de negro como indica el protocolo.
El portavoz de la oficina de prensa del Vaticano, el padre Federico Lombardi precisó que fueron recibidos no directamente por el Santo Padre, sino por el secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolín; acompañado por el ministro de Relaciones con los Estados, Mons. Mambertí, y por el subsecretario del mismo dicasterio, Mons. Camillieri. En el ingreso del aula interna estaba también el cardenal Cormac Murphy O´connor, arzobispo emérito de Westminster.
El Papa los recibió en su estudio del Aula Pablo VI, en el coloquio privado que duró 17 minutos, menos de los treinta previstos.
Francisco habló en español y la monarca en inglés, y fue un traductor del Vaticano quien se ocupó de la mediación idiomática. El encuentro no fue en el Palacio Apostólico para evitarle a la pareja real, la reina con 87 años y su consorte con 92, tener que caminar hasta la Biblioteca u otra sala interna.
Sobre los temas tratados, al ser una visita de carácter privado, la Santa Sede no dio a conocer nada.
Al concluir el encuentro, en la sala contigua, fue el tradicional intercambio de regalos. La pareja real británica le entregó al Santo Padre una canasta grande con “refinados productos comestibles (mermeladas, bebidas, etc.) provenientes de las diversas posesiones reales”, indicó el portavoz.
Por su parte, el Santo Padre le envió al bisnieto de la reina, George Alexander una “cruz de san Eduardo” de plata, puesta sobre una billa del típico lapislazuli azul, que le hace de base. Y al duque de Edimburgo, el Papa le regaló un tríptico con las medallas del pontificado.
Francisco le entregó también un facsímil de un precioso documento conservado en el Vaticano, en el cual el culto del rey británico San Eduardo el Confesor, fue extendido a toda la Iglesia. Se trata de un antecesor de la familia real inglesa y fundador de la abadía de Westminster, lugar en el que está su sepulcro. Mientras el Papa le citó al rey británico, la reina dijo "ah, sí, lo ubico".
Concluido el encuentro a las 16 horas, la pareja real salió directamente hacia el aeropuerto para partir hacia Londres.