A partir de este primer domingo de Cuaresma y hasta el próximo viernes, el Papa y los miembros de la Curia que deseen acompañarle realizarán unos ejercicios espirituales en la Casa Divino Maestro de Ariccia, a 30 km de Roma. Los predicará el párroco de San Marcos Evangelista en Campidoglio (Roma), Angelo de Donatis.

Así que el Angelus dominical tenía un cierto aire de despedida, pues el miércoles no habrá audiencia general en San Pedro, y tampoco los teletipos reflejarán durante la semana las tradicionales homilías de Casa Santa Marta. No será hasta el día 14 a las 10.30 horas cuando Francisco vuelva a su contacto habitual con los fieles.


El comentario del pontífice versó sobre el episodio del evangelio del día, las tentaciones de Satanás a Jesucristo invitándole a "tomar un camino fácil de éxito y de poder": "El demonio quiere apartar a Jesús del camino de la Cruz y hace presentes las falsas esperanzas mesiánicas: el bienestar económico, indicado con la posibilidad de transformar las piedras en panes; el estilo espectacular y milagrero con la idea de tirarse desde el punto más alto del templo de Jerusalén y hacerse salvar por los ángeles; y finalmente el camino fácil del poder y del dominio a cambio de un acto de adoración a Satanás. Son los tres grupos de tentaciones, que también nosotros conocemos bien".

Jesús las rechaza con su voluntad de seguir el camino del Padre, "sin ningún compromiso con el pecado y con la lógica del mundo".

El Papa resaltó que "Jesús no dialoga con Satanás, sabe bien que con Satanás no se puede dialogar, porque es muy astuto". En vez de dialogar, "como había hecho Eva", Él elige "refugiarse en la Palabra de Dios y responde con la fuerza de esta Palabra".

"Recordemos esto nosotros en nuestras tentaciones", instó el Papa: "Nada de argumentar con Satanás, siempre responder con la Palabra de Dios, y esto nos salvará".

Las palabras con las que el Señor responde al demonio ("no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios") nos dan fuerza, dice el Papa, "y nos sostienen en la lucha contra la mentalidad mundana que rebaja al hombre al nivel de las necesidades primarias, haciéndole perder el hambre de lo que es verdadero, bueno, y bello: el hambre y la sed de Dios".

"Tenemos que deshacernos de los ídolos, de las cosas vanas, y construir nuestra vida sobre lo esencial", concluyó el Papa, antes de invitar a los fieles durante el tiempo de Cuaresma a la conversión y a renovar las promesas del bautismo: "Renunciamos a Satanás y a sus obras y seducciones (¡porque es un seductor!) para caminar en los senderos de Dios y llegar a la Pascua en la alegría del Espíritu Santo".