Humildad, docilidad, generosidad: este es el estilo cristiano, un camino que pasa por la cruz, como hizo Jesús, y es un camino que lleva a la alegría. Lo dijo el Papa Francisco en la homilía pronunciada en la mañana del jueves durante la Misa en la Casa de Santa Marta.
En el Evangelio propuesto de la liturgia del jueves posterior al Miércoles de Ceniza, Jesús dice a los discípulos: “El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga.”
Éste – subrayó el Papa - es “el estilo cristiano” porque Jesús fue el primero que recorrió “este camino”:
“No podemos pensar en la vida cristiana fuera de este camino. Existe siempre este camino que Él hizo primero: el camino de la humildad, también el camino de la humillación a sí mismo, para luego resurgir. Este es el camino. El estilo cristiano, sin cruz no es cristiano, y si la cruz es una cruz sin Jesús, no es cristiana. El estilo cristiano toma la cruz con Jesús y va adelante. Ni sin cruz, ni sin Jesús”.
Jesús “dio el ejemplo” – continuó el Santo Padre – y, “siendo igual a Dios”, “se humilló a sí mismo, se hizo siervo por todos nosotros”:
“Y este estilo nos salvará, nos dará alegría y nos hará fecundos, porque este camino de humillarse a sí mismo es para dar vida, está en contra del camino del egoísmo, de ser apegado a todos los bienes sólo para mí … Este camino está abierto a los demás, porque aquel camino que ha hecho Jesús, de humillación, aquel camino ha sido hecho para dar vida. El estilo cristiano es precisamente este estilo de humildad, de docilidad, de mansedumbre”.
“Quien quiera salvar la propia vida, la perderá” – repite Jesús – porque “si el grano no muere, no puede dar fruto”.
Y “esto, con alegría – afirmó el Obispo de Roma - porque la alegría nos la da Él mismo. Seguir a Jesús es alegría, pero seguir a Jesús con el estilo de Jesús, no con el estilo del mundo”.
Seguir el estilo cristiano significa recorrer el camino del Señor, “cada uno como pueda”, “para dar vida a los demás, no para dar vida a sí mismo. Es el espíritu de la generosidad”.
Nuestro egoísmo nos empuja a querer parecer importantes ante los demás. En cambio, el libro de la Imitación de Cristo – observó Francisco - “nos da un consejo bellísimo: ‘Ama no ser conocido y ser juzgado como nada’. Es la humildad cristiana, aquello que Jesús fue el primero en practicar”:
“Y esta es nuestra alegría, y esta es nuestra fecundidad: ir con Jesús. Otras alegrías no son fecundas; sólo piensan – como dice el Señor – en ganar el mundo entero, pero al final pierden y arruinan la vida. Al inicio de la Cuaresma pidamos al Señor que nos enseñe un poco este estilo cristiano de servicio, de alegría, de humillación de nosotros mismos y de fecundidad con Él, como Él la quiere”.´