En su cordial bienvenida a los obispos amigos del Movimiento de los Focolares (www.focolare.org) - reunidos sobre el tema «La reciprocidad del amor entre los discípulos de Cristo» - el Papa Francisco recordó la Carta Apostólica Novo millennio ineunte del Beato Juan Pablo II e hizo hincapié en la importancia de testimoniar el carisma de la unidad, también en el camino ecuménico y el diálogo interreligioso. Y alentándolos a atesorar la experiencia de esos encuentros, señaló la gran actualidad de este anhelo:
«La sociedad de hoy tiene una gran necesidad del testimonio de un estilo de vida que transparente la novedad que nos donó el Señor Jesús: hermanos que se quieren a pesar de las diferencias de carácter, proveniencia, edad... Este testimonio hace nacer el deseo de quedar envueltos en la gran parábola de comunión que es la Iglesia. Cuando una persona percibe que «la reciprocidad del amor entre los discípulos de Cristo» es posible y es capaz de transformar la cualidad de las relaciones interpersonales, se siente llamada a descubrir o a redescubrir a Cristo, se abre al encuentro con Él vivo y operante, se siente impulsada a salir de sí misma para ir al encuentro con los demás y difundir la esperanza que recibió como don».
Con palabras del Beato Juan Pablo II, en la Novo millennio ineunte, el Papa Bergoglio señaló que «Hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la comunión: éste es el gran desafío que tenemos ante nosotros en el milenio que comienza, si queremos ser fieles al designio de Dios y responder también a las profundas esperanzas del mundo». y que «antes de programar iniciativas concretas, hace falta promover una espiritualidad de la comunión, proponiéndola como principio educativo en todos los lugares donde se forma el hombre y el cristiano, donde se educan los ministros del altar, las personas consagradas y los agentes pastorales, donde se construyen las familias y las comunidades». (n.43)
«’Hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la comunión’ es verdaderamente fundamental para la eficacia de todo compromiso en la evangelización, puesto que revela el anhelo profundo del Padre: que todos sus hijos vivan como hermanos; revela la voluntad del corazón de Cristo: que todos sean uno (Jn 17,21); revela el dinamismo del Espíritu Santo, su fuerza de atracción libre y liberadora. Cultivar la espiritualidad de comunión contribuye además a hacernos más capaces de vivir el camino ecuménico y el diálogo interreligioso».
El Santo Padre concluyó sus palabras deseando que el encuentro de los obispos amigos del Movimiento de los Focolares -fundado en los años 40 por Chiara Lubich en Italia y hoy extendido por todo el mundo- sea ocasión propicia para crecer en el espíritu de la colegialidad y para que el amor recíproco sea motivo de aliento y esperanza renovada. Con el anhelo de que la Virgen María los acompañe siempre y los sostenga en su ministerio, el Papa aseguró sus oraciones, confiando en las de ellos.