En el Ángelus del domingo, con miles de peregrinos reunidos en la plaza, que están al tanto del sentido de las celebraciones de estos días, el Papa anunció a los fieles: "El Consistorio ayer y la celebración eucarística hoy, nos han ofrecido una ocasión preciosa para experimentar la catolicidad, la universalidad de la Iglesia, bien representada por la variada procedencia de los miembros del colegio cardenalicio, recogidos en estrecha comunión entorno al sucesor de Pedro".
Añadió: "Y que el Señor nos dé la gracia de trabajar para la unidad de la Iglesia. De construir esta unidad, porque la unidad es más importante que los conflictos. La unidad de la Iglesia es en Cristo. Los conflictos son problemas que no siempre son de Cristo. Los momentos litúrgicos y de fiesta, que hemos tenido la oportunidad de vivir en el curso de las últimas jornadas, refuercen en todos nosotros la fe, el amor por Cristo y ¡por su Iglesia!".
El pontífice también instó a los fieles a apoyar a los nuevos cardenales y "a sostener estos pastores y asistirles con la oración, para que guíen siempre con celo el pueblo que se les ha confiada, mostrando a todos la ternura y el amor del Señor". E improvisando señaló cuántas oraciones" necesitan el Papa, los cardenales, los obispos, para vivir su ministerio como un "servicio" a la gente de Dios, no como un "poder" sobre el pueblo.
"Todos juntos - continuó - obispos, presbíteros, personas consagradas y fieles laicos debemos ofrecer el testimonio de una Iglesia fiel a Cristo, animada por el deseo de servir a los hermanos y lista para ir al encuentro con valor profético a la espera y a las exigencias espirituales de los hombres y de las mujeres de nuestro tiempo. La Virgen nos acompaña y nos proteja en este camino".
Anteriormente, citando la lectura de san Pablo en la misa de hoy (1 Corintios 3, 16-23), Francisco explicó que "el Apóstol se encuentra frente a... [la] división en la comunidad de Corinto, donde se habían formado grupos que se referían a varios predicadores considerándoles sus jefes; decían: "Yo soy de Pablo, yo soy de Apolo, yo soy de Cefas..." (1:12). San Pablo explica que esta forma de pensar es errónea porque la comunidad no pertenece a los apóstoles, sino que ellos son los que pertenecen a la comunidad, pero la comunidad, en conjunto, es de Cristo".
Y continuó: "De esta pertenencia deriva que en las comunidad cristianas - diócesis, parroquias, asociaciones, movimientos - las diferencias no pueden contradecir el hecho que todos, por el bautismo, tenemos la misma dignidad: todos, en Jesucristo, somos hijos de Dios. Y esta es nuestra dignidad. En Cristo somos hijos de Dios. Aquellos que han recibido un ministerio de guía, de predicación, de administrar los Sacramentos, no deben considerarse propietarios de poderes especiales, sino ponerse al servicio de la comunidad, ayudándola a recorrer con alegría el camino de la santidad".
"La Iglesia hoy - añadió - confía el testimonio de este estilo de vida pastoral a los nuevos cardenales, con los cuales he celebrado esta mañana la santa Misa". E invitó a los fieles a saludar a los nuevos cardenales con un gran aplauso.