Al concluir la sesión, el arzobispo de Buenos Aires Mario Poli, salió para ir a donde se aloja, a pocos kilómetros del Vaticano. A pesar de que una persona primero, y tres religiosas después le ofrecieron acercarle en auto, Mons. Poli prefirió ir con el transporte público.
Mientras iba hacia el paradero de autobús, conversó con ZENIT sobre el papa Francisco y la Iglesia hoy, en esta breve entrevista que le presentamos a nuestros lectores.
- Me parece que se ha exagerado un poquito en eso. Es cierto que desde el año 92 que es obispo de Buenos Aires, primero auxiliar, luego estuvo con el cardenal Quarrachino como Vicario general, entonces como obispo, cardenal, conferencia episcopal, hubo un agotamiento serio, pero mantuvo siempre el buen humor, la espiritualidad que lo caracteriza y una de las cosas que vemos es que sigue siempre tan creativo, de las Escritura, porque el Papa es un gran lector orante de la Escritura. Como aquel anciano del Evangelio que dice, saca del arcón lo nuevo y lo viejo eso siempre es novedoso. Eso siempre nos ha deslumbrado y lo tiene intacto. Y creo que eso es lo que lleva al magisterio universal y lo hace tan bien, esa es la novedad: sin perder la altura teológica y doctrinaria sin embargo tiene una gran veta pastoral, esa es la clave para entenderlo.
- Él tiene un equilibrio muy grande. Y luego la capacidad de escucha, el jueves y viernes estuvo mañana y tarde escuchando, escuchó todo el tiempo. Eso lo han hecho todos los pontífices de los últimos tiempos. Aquí están los sínodos, los obispos, los peritos y demás, y se trata de escuchar la voz de la Iglesia.
»Hoy el magisterio de la Iglesia tiene esta instancia para recoger primero y después guardar, digamos la elaboración y la palabra del Papa que le da forma al magisterio y autoridad. Pero primero escucha mucho. Y eso lo hemos aprendido nosotros que estuvimos de auxiliares en Buenos Aires.
-Francisco dice que es el Espíritu Santo que le da fuerza y alegría. Sigue levantándose muy temprano, físicamente se siente muy bien, bueno hay que reconocer que aquí lo han atendido de manera muy especial. Pero nosotros lo veíamos tan cansado, que no se podía parar bien, tenía un problema de debilidad en las piernas. Hoy tiene una vitalidad que sorprende, y me parece que gracias también a que Dios cuida a su apóstol.
- En Argentina es lo mejor que nos ha pasado, y se puede usar para todo: hay quienes lo buscan para la foto y quienes se han acercado a la Iglesia. Lo dicen todos los curas, párrocos de los santuarios, los capellanes de hospitales, de cárceles... Hay una acercamiento a la Iglesia fruto de su cercanía. Él ha causado una empatía, la empatía que tuvo en Buenos Aires, ese carisma tan lindo, y hace que la gente se le arrime. Eso sigue a nivel universal, en diversas lenguas, en Filipinas como en Burundi.
-Cuando voy a las villas como todos los curas que tenemos relación de villa, ahora veo que tiene un millón de amigos, todos tienen un recuerdo de él, no sé cuándo ni cómo, tienen un cuadrito y me cuentan que ha entrado por aquí, etc. Tienen esta vivencia tan linda, religiosa en ese momento, creo que hoy tenerlo tan cercano y tenerlo como Papa es una alegría que tiene la gente que es admirable.
»Ha crecido lo que siempre decíamos o escuché de chico: ´al Papa hay que quererlo mucho´. Bueno, lo quiere, como lo quieren también a Benedicto, después de su renuncia ejemplar, y me gustaría decir algo sobre esto.
-Para mí se trata de un hombre sabio, santo, que llega en sus años maduros, no era un hombre joven sino un anciano venerable y sin embargo ha dado pasos tan importantes, ha dejado un magisterio tan prolífero, y una teología; porque tras leer los tres libros sobre Jesús de Nazaret, los aconsejo y al seminarista que no lo leyó se lo recomiendo para que lo lea.
»Nos ha dejado finalmente como broche de oro de su verdad y autenticidad una renuncia virtuosa y ejemplar. Y creo que va ser un punto obligado de referencia, de lo que significa no aferrarse a ningún poder, no solamente al papado que en realidad no es un poder sino un mandato. Y a pesar de todas las críticas que ha tenido y con el ejemplo de un papa como Juan Pablo II que no se ha bajado de la cruz hasta el último momento y que es santo. Y entretanto, él tuvo esta lucidez, yo creo que esto produjo lo que estamos viviendo ahora, fue el momento del origen de esto.
- Como todos los momentos de la Iglesia --soy profesor de Historia de la Iglesia-- hemos tenido en el siglo XX Papas muy buenos, santos, y realmente un magisterio fantástico, una Iglesia misionera, viva, seria, con también sus hilachas que somos nosotros, con nuestras debilidades. Una Iglesia que tiene un rostro y que refleja el rostro de Dios.