La Convención, en sustancia, vincula a los 193 estados firmantes para que adopten medidas pertinentes y necesarias para proteger a los niños de cualquier peligro y poniendo su bienestar por encima de todo.
El padre Federico Lombardi, director de la Oficina de prensa de la Santa Sede, ha publicado una nota en la que pone de relieve la utilidad-histórico-jurídico eclesial del evento.
“Los que siguen las actividades del Papa Francisco saben que a menudo está cerca de los niños. Una de las imágenes más frecuentes y populares es aquella donde se le ve tomar entre sus manos a los numerosos pequeños que se le presentan a lo largo del recorrido entre las personas en el público o en las calles.
Pero también son bellas imágenes las de la audiencia general de todos los miércoles con las parejas de recién casados y en particular las que muestran el afecto del Santo Padre cuando bendice a las mujeres embarazadas, haciendo el signo de la cruz sobre su regazo.
También son numerosos los grupos de niños, a menudo enfermos y gravemente enfermos, que el Papa encuentra y saluda con palabras y gestos particularmente tiernos y conmovedores”.
“¿Qué jefe de los 193 "Estados" del Comité de la Convención sobre los Derechos del Niño, puede representar mejor testimonio y eficaz aval que el Papa Francisco y su amor tan fuerte por la infancia?”, se pregunta el padre Lombardi, que explica exhaustivamente la historia y la labor desarrollada por la Santa Sede desde su adhesión a los protocolos de la Convención de Ginebra.
Por supuesto, en todos los informes y las respuestas dadas por la Santa Sede aparecen reflejados claramente los principios de la visión católica de respeto a la dignidad de la persona humana, en toda su vida, desde su concepción a la infancia, así como en las diferentes etapas de crecimiento y de la vida.
Se subraya que la Santa Sede rechaza de cualquier “discriminación por razón de sexo; la dignidad y los derechos de la familia, fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer; las estrechas relaciones entre los derechos del niño y los derechos y deberes de los padres; la visión profunda e integral de la educación en el amor, mucho más amplia que una visión limitada a la "educación sexual"; el rechazo de una "ideología de género" que niegue la base objetiva de la diferencia y complementariedad de los sexos y se convierta en fuente de confusión incluso en el ámbito jurídico y la interpretación de la misma Convención”.
En resumen, se pone de manifiesto la convencida y tempestiva adhesión de la Santa Sede a la Convención de los derechos del Niño, que “es coherente con la enseñanza y la actitud constante de la Iglesia. "Podemos decir -acaba diciendo el padre Federico Lombardi- que la Santa Sede es promotora, con su acción, de una corriente inmensa, extendida por todo el mundo, de amor y de servicio al bien de los niños. La guía apasionada y entusiasta del Papa Francisco da un nuevo impulso a este esfuerzo”.