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“Es un lenguaje claro, inmediato, sin retórica ni subterfugios, el que escuchamos en esta Exhortación Apostólica”, aseguró el arzobispo italiano.
En la presentación intervinieron Rino Fisichella; Lorenzo Baldisseri, Secretario General del Sínodo de los Obispos; y Claudio Maria Celli, Presidente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales.
La primera Exhortación apostólica del Papa Bergoglio, indicaron, es un documento programático y exhortativo, cuya centralidad es la misionariedad sin fronteras, con carácter universal, destacó el Secretario General del Sínodo de los Obispos.
El Presidente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales puso de relieve que su lenguaje sereno, cordial, directo, como viene haciendo desde el comienzo de su pontificado, alienta a “expresar las verdades de siempre en un lenguaje que permita advertir su permanente novedad».
“La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús”. Así empieza la Exhortación apostólica “Evangelii Gaudium”, en la que el Papa Francisco recoge la riqueza de los trabajos del Sínodo dedicado a la nueva evangelización del 7 al 28 de octubre de 2012. [En el resumen de Fisichella recogido por Radio Vaticano, los números hacen referencia a los párrafos citados]
“Quiero dirigirme a los fieles cristianos –escribe Francisco - para invitarlos a una nueva etapa evangelizadora marcada por esa alegría, e indicar caminos para la marcha de la Iglesia en los próximos años” (1).
Se trata de un fuerte llamamiento a todos los bautizados para que, con fervor y dinamismo nuevos, lleven a los otros el amor de Jesús en un “estado permanente de misión”, (25) venciendo “el gran riesgo del mundo actual”: el de caer en “una tristeza individualista”.(2)
Fisichella señaló que el Papa Francisco va al núcleo de los problemas que vive el hombre de hoy y que, de parte de la Iglesia, exigen mucho más que una simple presencia. A ella se la pide una diligente acción programática y una renovada praxis pastoral que manifieste su compromiso por la nueva evangelización. El Evangelio debe llegar a todos, sin ningún tipo de exclusión. Algunos, sin embargo, son privilegiados.
Para evitar equívocos, el Papa Francisco presenta en su orientación: “No tanto los amigos y los vecinos ricos, sino especialmente los pobres, los enfermos, aquellos que con frecuencia son despreciados y olvidados, no deben quedar dudas ni subsistir explicaciones que debiliten este mensaje tan claro” (48).
En lo que respecta a la dimensión comunicativa del Papa Francisco, la Exhortación Apostólica – señaló el Presidente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales - sigue su estilo y lenguaje coloquial, con su característica profundidad pastoral. Su lenguaje sereno, cordial, directo, como viene haciendo desde el comienzo de su pontificado, alienta a “expresar las verdades de siempre en un lenguaje que permita advertir su permanente novedad», como escribe el mismo Santo Padre, que señala también que “es deseable que cada Iglesia particular aliente el uso de las artes en su tarea evangelizadora, en continuidad con la riqueza del pasado, pero también en la vastedad de sus múltiples expresiones actuales, en orden a transmitir la fe en un nuevo lenguaje parabólico“.
Lorenzo Baldisseri, Secretario General del Sínodo de los Obispos, hizo hincapié en la dimensión sinodal, de la primera Exhortación Apostólica del Papa Bergoglio, destacando que el Obispo de Roma ha reelaborado de forma personal las proposiciones de los Padre sinodales y ha escrito un documento programático y exhortativo, cuya centralidad es la misionariedad sin fronteras, con carácter universal. El Santo Padre escribe la palabra ‘alegría’ 59 veces, en esta Exhortación Apostólica, que cita 27 veces las proposiciones sinodales.
El Secretario General del Sínodo de los Obispos, puso de relieve la invitación del Papa a ir a las periferias existenciales, su vivencia personal como Arzobispo de Buenos Aires y en la redacción del Documento de Aparecida. Experiencia pastoral, que se enriquece con la piedad popular, que en América Latina y el Caribe, los obispos denominan también “mística popular”.
Entre los puntos citados por Mons. Baldisseri también la urgencia mundial de la dimensión social de la Evangelización, que destaca el Papa Francisco y a la que dedica una parte consistente de su documento, en el que leemos textualmente: “A continuación procuraré concentrarme en dos grandes cuestiones que me parecen fundamentales en este momento de la historia. Las desarrollaré con bastante amplitud porque considero que determinarán el futuro de la humanidad. Se trata, en primer lugar, de la inclusión social de los pobres y, luego, de la paz y el diálogo social”.
En la Exhortación, el Papa invita a “recuperar la frescura original del Evangelio”, encontrando “nuevos caminos” y “métodos creativos”, a no encerrar a Jesús en nuestros “esquemas aburridos”.
Es necesaria “una conversión pastoral y misionera, que no deje las cosas como están”.
Una “reforma de las estructuras” eclesiales para que “todas ellas se vuelvan más misioneras”.
El Pontífice piensa también en “una conversión del papado” para que sea “más fiel al sentido que Jesucristo quiso darle. Y afirma que “no se realizó plenamente” la aplicación de la colegialidad. Es necesaria “una saludable descentralización” dice el Papa que subraya que en esta renovación no hay que tener miedo de revisar costumbres de la Iglesia.
Signo de la acogida de Dios es “tener templos con las puertas abiertas en todas partes” para que todos los que buscan no se encuentren “con la frialdad de unas puertas cerradas”.
El Papa reitera que prefiere una Iglesia “herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia... donde tantos hermanos nuestros vivan” sin la amistad de Jesús.
“La mayor amenaza” indica Francisco es “el gris pragmatismo de la vida cotidiana de la Iglesia en el cual aparentemente todo procede con normalidad, pero en realidad la fe se va desgastando”.
Exhorta a no dejarse vencer por el “pesimismo estéril” poniendo en marcha “la revolución de la ternura”.
Es necesario huir de la “espiritualidad del bienestar” y vencer “la mundanidad espiritual” que consiste en “buscar, en lugar de la gloria del Señor, la gloria humana”.
El Pontífice lanza un llamamiento a las comunidades eclesiales a no caer en envidias ni en celos dentro del Pueblo de Dios y en las distintas comunidades.
Subraya la necesidad de hacer crecer la responsabilidad de los laicos. Afirma que “es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia”.
Señala que los jóvenes deben tener “un protagonismo mayor”.
Frente a la escasez de vocaciones en algunos lugares, afirma que “no se pueden llenar los seminarios con cualquier tipo de motivaciones”.
Afrontando el tema de la inculturación, recuerda que “el cristianismo no tiene un único modo cultural” y que el rostro de la Iglesia es “pluriforme”.
Y en ese sentido reafirma la “fuerza activamente evangelizadora” de la piedad popular.
Se detiene “con cierta meticulosidad, en la homilía” el Santo Padre. El Papa dice que la homilía “debe ser breve y evitar parecerse a una charla o una clase”, debe “hacer arder los corazones”, huyendo de “una predicación puramente moralista o adoctrinadora”.
Subraya la importancia de la preparación: “Un predicador que no se prepara no es «espiritual»; es deshonesto e irresponsable”.
Hablando de los retos del mundo contemporáneo, el Papa denuncia el sistema económico actual: “es injusto en su raíz”. “Esa economía mata” porque predomina “la ley del más fuerte”.
La cultura actual del “descarte” ha creado “algo nuevo”: “Los excluidos no son «explotados» sino desechos, «sobrantes»”.
Vivimos en una “nueva tiranía invisible, a veces virtual”, de un “mercado divinizado” donde imperan la “especulación financiera”, “una corrupción ramificada y una evasión fiscal egoísta”.
Denuncia los “ataques a la libertad religiosa” y “las nuevas situaciones de persecución a los cristianos.
“La familia -prosigue el Papa- atraviesa una crisis cultural profunda”. Insistiendo en “el aporte indispensable del matrimonio a la sociedad”, subraya que “el individualismo posmoderno y globalizado favorece un estilo de vida que desnaturaliza los vínculos familiares”.
El Papa Francisco reafirma “la íntima conexión que existe entre evangelización y promoción humana” y el derecho de los pastores “a emitir opiniones sobre todo aquello que afecte a la vida de las personas”.
“Para la Iglesia la opción por los pobres es una categoría teológica” antes que sociológica. “Por eso -dice- quiero una Iglesia pobre para los pobres. Ellos tienen mucho que enseñarnos”. “Mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres... no se resolverán los problemas del mundo”.
El Papa invita a cuidar a los más débiles: “los sin techo, los toxicodependientes, los refugiados, los pueblos indígenas, los ancianos cada vez más solos y abandonados” y los migrantes, por los que exhorta a los países “a una generosa apertura”.
Habla de las víctimas de la trata de personas y de nuevas formas de esclavitud...y de los “doblemente más pobres: las mujeres, los niños y los más débiles.
“Los niños por nacer, son los más indefensos e inocentes de todos, a quienes hoy se les quiere negar su dignidad humana”. No debe esperarse que la Iglesia cambie su postura sobre esta cuestión, añade.
El Papa a continuación hace un llamamiento al respeto de todo lo creado.
Por cuanto respecta al tema de la paz, el Papa afirma que “es necesaria una voz profética” cuando se quiere construir una reconciliación falsa que “silencie” a los más pobres mientras “algunos no quieren renunciar a sus privilegios”. Para la construcción de una sociedad “en paz, justicia y fraternidad” apunta el Papa hay que “trabajar a largo plazo, que “la unidad prevalezca sobre el conflicto y evitar que la política y la fe se reduzcan a la retórica”.
“La evangelización -continúa el Papa- también implica un camino de diálogo” que abre a la Iglesia para colaborar con todas las realidades políticas, sociales, religiosas y culturales.
El ecumenismo es “un camino ineludible de la evangelización”.
Es importante el enriquecimiento recíproco “en el diálogo con los hermanos ortodoxos.
“El diálogo y la amistad con los hijos de Israel son parte de la vida de los discípulos de Jesús”.
“El diálogo interreligioso, especialmente con el Islam, es una condición necesaria para la paz en el mundo”.
El Papa implora “humildemente” para que los países de tradición islámica aseguren la libertad religiosa a los cristianos, también “¡teniendo en cuenta la libertad que los creyentes del Islam gozan en los países occidentales!”.
Reitera de este modo la importancia del diálogo y de la alianza entre creyentes y no creyentes.
El último capítulo está dedicado a los “evangelizadores con Espíritu”, que son aquellos que “se abren sin temor a la acción del Espíritu Santo” que “infunde la fuerza para anunciar la novedad del Evangelio con audacia (parresía), en voz alta y en todo tiempo y lugar, incluso a contracorriente”.
“Jesús quiere que toquemos la miseria humana, que toquemos la carne sufriente de los demás”.
“Sólo puede ser misionero -añade- alguien que se sienta bien buscando el bien de los demás.
La Exhortación concluye con una oración a María “Madre del Evangelio”.
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