Todos los bautizados están llamados a caminar por el camino de la santificación, y no han de ser “cristianos a mitad del camino”, exhortó el Papa Francisco en la homilía matinal del jueves 24 de octubre, como es su costumbre, en la capilla de la Casa de Santa Marta.

El Pontífice dijo que siempre en nuestra vida hay un antes y un después de Jesús, subrayando que Cristo ha obrado en nosotros “una segunda creación” y que nosotros debemos llevar adelante con nuestro modo de vivir.

Francisco desarrolló su homilía inspirándose en el pasaje de la Carta a los Romanos, centrado en el misterio de la redención.

El Apóstol Pablo, dijo, “trata de explicarnos esto con la lógica del antes y el después: antes de Jesús y después de Jesús”. San Pablo considera el antes “basura”, mientras el después es como una nueva creación. Y nos indica “un camino para vivir según esta lógica del antes y el después”:

“¡Hemos sido re-hechos en Cristo! Lo que ha hecho Cristo en nosotros es una re-creación: la sangre de Cristo nos ha re-creado. ¡Es una segunda creación! Si antes toda nuestra vida, nuestro cuerpo, nuestra alma, nuestras costumbres estaban en el camino del pecado, de la iniquidad, después de esta re-creación debemos hacer el esfuerzo de caminar por el camino de la justicia, de la santificación. Utilicen esta palabra: la santidad. Todos nosotros hemos sido bautizados: en aquel momento, nuestros padres – nosotros éramos niños – en nuestro nombre, hicieron el Acto de fe: ‘Creo en Jesucristo”, que nos ha perdonado los pecados. ¡Creo en Jesucristo!”.


Esta fe en Jesucristo, prosiguió el Papa, “debemos volver a asumirla” y “llevarla adelante con nuestro modo de vivir”. Y añadió: “vivir como cristiano es llevar adelante esta fe en Cristo, esta re-creación”. Y con la fe, dijo Francisco, llevar adelante las obras que nacen de esta fe, “obras para la santificación”. Debemos llevar adelante, reafirmó, “la primera santificación que todos nosotros hemos recibido en el Bautismo”.

“En verdad nosotros somos débiles y tantas veces, tantas veces, comentemos pecados, imperfecciones… Y esto está en el camino de la santificación. ¿Sí o no? Si tú te acostumbras: ‘Tengo una vida un poco así, pero creo en Jesucristo, pero vivo como quiero… ¡Y, no, eso no te santifica; eso no va! ¡Es un contrasentido! Pero si tú dices: ‘Yo, sí, soy pecador; yo soy débil’ y vas siempre al Señor y le dices: ‘Pero, Señor, tú tienes la fuerza, ¡dame la fe! ¡Tú puedes curarme!’. Y en el Sacramento de la reconciliación te haces curar..., sí, también nuestras imperfecciones sirven para este camino de santificación. Pero siempre es: antes y después”.


“Antes del Acto de fe, antes de la aceptación de Jesucristo que nos ha re-creado con su sangre – reafirmó el Papa – estábamos en el camino de la injusticia”. Después, en cambio, “estamos en el camino de la santificación, ¡pero debemos tomarla en serio!” Y añadió que para tomarla en serio, es necesario hacer obras de justicia, obras “sencillas”: “adorar a Dios: ¡Dios es El primero siempre! Y puedes hacer lo que Jesús aconseja: “ayudar a los demás”.

Estas obras, recordó Francisco, “son las obras que Jesús ha fecho en su vida: obras de justicia, obras de re-creación”. “Cuando nosotros damos de comer a un hambriento”, dijo, “re-creamos en él la esperanza. Y así con los demás”.

Si en cambio “aceptamos la fe y después no la vivimos – advirtió – somos cristianos sólo de memoria”:

“Sin esta conciencia del antes y del después de la que nos habla Pablo, nuestro cristianismo ¡no sirve a nadie! Es más: va por el camino de la hipocresía. “Me digo cristiano, ¡pero vivo como pagano!”. Algunas veces decimos “cristianos a mitad de camino”, que no toman en serio esto. Somos santos, justificados, santificados por la sangre de Cristo: ¡tomar esta santificación y llevarla adelante! ¡Y no se la toma en serio! Cristianos tibios: “Pero, sí, sí; pero, no, no”. Un poco como decían nuestras mamás: “¡cristiano al agua de rosa, no!”. Un poco así… Un poco de barniz de cristiano, un poco de barniz de catequesis… Pero dentro no hay una verdadera conversión, no existe esta convicción de Pablo: “He dejado pasar todo lo que considero basura, para ganar a Cristo y ser encontrado en Él”.


Ésta, recordó el Papa, “era la pasión de Pablo, y ¡ésta es la pasión de un cristiano!” Es necesario, añadió, “dejar todo lo que nos aleja de Jesucristo” y “hacer todo nuevo: ¡todo es novedad en Cristo!”. Animando a los fieles presentes el Papa dijo que esto “se puede hacer”. Lo hizo San Pablo, pero también tantos otros cristianos: “no sólo los santos, los que conocemos; también los santos anónimos, aquellos que viven el cristianismo en serio”. La pregunta que, por tanto, hoy podemos hacernos, dijo Francisco, es precisamente si queremos vivir el cristianismo en serio, si queremos llevar adelante esta re-creación. “Pidamos a San Pablo – concluyó – que nos de la gracia de vivir como cristianos en serio, y creer verdaderamente que hemos sido santificados por la sangre de Jesucristo”.