lo dijo el Papa Francisco en la Misa de la mañana del lunes 29 de septiembre en la Casa de Santa Marta comentando las lecturas del día.
Los discípulos estaban entusiastas, hacían planes, proyectos para el futuro sobre la organización de la Iglesia naciente, discutían sobre quién fuese el más grande e impedían hacer el bien en nombre de Jesús a los que no pertenecían a su grupo.
Pero Jesús – explicó el Papa – los sorprende, cambiando el centro de la discusión de la organización a los niños: “¡pues el más pequeño de entre ustedes- dice- ése es el más grande!”.
Así, en la Lectura del profeta Zacarías se habla de las señales de la presencia de Dios: no “una organización bonita” ni “un gobierno que vaya adelante, todo ordenado y todo perfecto”, sino los ancianos que se sientan en las plazas y los niños que juegan. El riesgo es aquel de descartar, ya sea a los viejos o a los niños. El Obispo de Roma recordó la dura advertencia de Jesús hacia quien escandaliza a los más pequeños.
“El futuro de un pueblo se encuentra precisamente allí, en los ancianos y en los niños. Un pueblo que no se preocupa por sus viejos y por sus niños no tiene futuro, porque ¡no tendrá memoria y no tendrá promesa! ¡Los ancianos y los niños son el futuro de un pueblo! Cuán normal es dejarlos de lado ¿no? Tranquilizar a los niños con un caramelo, con un juego: Juega, juega; Anda, anda. Y a los viejos no dejarlos hablar, no tener en cuenta sus consejos: ‘Son viejos, pobrecitos…”.
Pero los discípulos– subrayó el Papa - no entendían:
“Yo comprendo, los discípulos querían la eficacia, querían que la Iglesia avanzase sin problemas y esto se puede convertir en una tentación para la Iglesia: ¡la Iglesia del funcionalismo! ¡La Iglesia bien organizada! ¡Todo en su sitio, pero sin memoria y sin promesa! Esta Iglesia, así, no funcionará: será la Iglesia de la lucha por el poder, será la Iglesia de los celos entre los bautizados y de tantas otras cosas que existen cuando no hay memoria y non hay promesa”.
Por lo tanto, observó Francisco, la “vitalidad de la Iglesia” no está dada por documentos y reuniones “para planificar y hacer bien las cosas”: Estas son realidades necesarias, pero no son “la señal de la presencia de Dios”:
“La señal de la presencia de Dios es ésta, así dice el Señor: ‘Aún se sentarán viejos y viejas en las plazas de Jerusalén, cada cual con su bastón en la mano, por ser muchos sus días; las plazas de la ciudad se llenarán de muchachos y muchachas en sus plazas jugando’. Juego nos hace pensar en alegría: es la alegría del Señor. Y estos ancianos, sentados con el bastón en la mano, tranquilos, nos hacen pensar en la paz. Paz y alegría: ¡éste es el aire de la Iglesia!”.