La virtud de la esperanza - quizá menos conocida que la de la fe y de la caridad - no debe confundirse nunca con el optimismo humano, que es una actitud más humoral. Para un cristiano, la esperanza es Jesús mismo, es su fuerza para liberar y rehacer cada nueva vida.
Así lo afirmó en la mañana del lunes 9 de septiembre el Papa Francisco, en su homilía en la misa presidida en la Casa Santa Marta. Señaló que la esperanza es "un regalo" de Jesús, y que la esperanza es Jesús mismo, o sea tiene su "nombre".
Precisó también que la esperanza no es aquella de quien ve “el vaso medio lleno”, porque aquello es simplemente "optimismo", y el “optimismo es una actitud humana que depende de muchas cosas".
La homilía de Francisco se centró desde el comienzo en esta distinción al interpretar la lectura de la Carta a los Colosenses, donde San Pablo escribe: ´Cristo en vosotros, esperanza de la gloria´. Sin embargo, afirma el papa, la esperanza es una "virtud humilde" si se la compara con la fe y caridad.
Por eso puede suceder que se confunda con un estado de ánimo sereno. "Pero la esperanza es algo más, no es optimismo. La esperanza es un don del Espíritu Santo y por esta razón Pablo dirá: ‘Nunca decepciona’. La esperanza no defrauda , ¿por qué? Porque es un regalo que nos ha dado el Espíritu Santo. Pero Pablo nos dice que la esperanza tiene un nombre. La esperanza es Jesús".
El Papa recordó que “no podemos decir : ´Tengo esperanza en la vida, espero en Dios´ , si uno no dice: ´Espero en Jesús, en Jesús Cristo, persona viva, que ahora está en la Eucaristía, que está presente en su Palabra´”.
Del evangelio , el papa Francisco recoge una segunda idea del día: Jesús cura el sábado la mano paralizada de un hombre, lo que provocó la condena por parte los escribas y fariseos. Con su milagro, dice el Papa, “Jesús libera la mano de la enfermedad y demuestra a los ´estrictos´ que el suyo ´es el camino de la libertad´”.
"Libertad y esperanza van de la mano: donde no hay esperanza no puede haber libertad", dijo el papa Francisco.
Y añadió: "Jesús libera de la enfermedad, del rigor y de la mano paralizada de aquel hombre; recupera la vida de estos dos, las hace de nuevo":
"Jesús , la esperanza, rehace todo. Es un milagro constante. No sólo hizo milagros de curación, sino tantas cosas: estas eran solo signos, señales de lo que está haciendo ahora, en la Iglesia. El milagro de volver a rehacer todo: lo que Él hace en mi vida, en tu vida, en nuestras vidas. Reconstruir. Y Él rehace la razón de nuestra esperanza. Es Cristo, quien vuelve todas las cosas de la Creación más maravillosas, es la razón de nuestra esperanza. Y esta esperanza no nos defrauda, porque Él es fiel. Él no puede negarse a sí mismo. Esta es la virtud de la esperanza".
Y aquí, el papa Francisco detiene una mirada en particular a los sacerdotes. "Es un poco triste -admite- cuando uno encuentra un sacerdote sin esperanza", mientras que es agradable encontrar a uno que llega al final de la vida, "no con optimismo, pero con esperanza".
"Este sacerdote -continúa- se une a Jesucristo, y el pueblo de Dios tiene necesidad de que los sacerdotes den este signo de esperanza, vivamos esta esperanza en Jesús, que lo rehace todo": "El Señor, que es la esperanza de la gloria, que es el centro, que es la totalidad, nos ayude en este camino: dar esperanza, tener tener pasión por la esperanza. Y, como he dicho, no siempre es optimismo sino es aquello que la Virgen María, en su corazón, tuvo en la oscuridad más grande: desde el viernes por la noche hasta la madrugada del domingo. Esa esperanza: ella la tenía. Y aquella esperanza rehizo todo. Que el Señor nos dé esta gracia".