Este jueves el cardenal Marc Ouellet, prefecto de la Congregación de Obispos y por tanto uno de los miembros de la Curia que despachan más frecuentemente con el Papa, compartió con la prensa francesa algunas opiniones sobre los primeros pasos del Pontificado de Francisco. Fue en Francia, en el santuario de Rocamadour, a donde había sido invitado para la celebración de la Asunción.
Según recoge Le Figaro, la reforma de la Curia va a ser importante, pero "no hay que olvidar que la primera gran reforma fue la dimisión de Benedicto XVI. Él obró con total libertad, sin constricción alguna. No estaba enfermo, ni lo está. Pero es un hombre que sentía sus fuerzas desfallecer y que juzgó que debía transmitir a otro la responsabilidad. Está previsto por el Código de Derecho Canónico. Tuvo el coraje y la humildad de hacer este gesto extraordinario".
El prefecto de la Congregación de Obispos, que no forma parte del grupo de ocho cardenales que preparan la reforma de la Curia, confiesa estar "a la expectativa, como todos". Las propuestas "de personas de fuera serán confrontadas con las personas que están en la Curia y conocen sus engranajes y su historia".
Será, en cualquier caso, "una reforma importante": "Es el momento preciso para hacerla. Es más fácil para el Papa Francisco, que viene de lejos. Carece de ataduras, es libre y puede actuar más".
Sobre la personalidad del Papa, a quien Ouellet ve todas las semanas (despachan normalmente los sábados), le considera "una bendición para la Iglesia. Tras un gran doctor como Benedicto XVI, que tenía un estilo más distante por su personalidad y su trayectoria, la Iglesia necesitaba un pastor verdaderamente cercano a su pueblo. Y eso lo hace muy bien. Tiene una calidad personal extraordinaria en la presencia y en el contacto".
"Tiene su propio estilo", continúa: "Me parecen notable su decisión y su constancia. Es un hombre inspirado. Un hombre que está en paz. En paz con sus decisiones. Es un jesuita que practica, como San Ignacio, el discernimiento espiritual. Tiene, por tanto, sus reglas interiores para saber cuál es la voluntad de Dios. No hace las cosas a medias. Las decisiones que toma están meditadas".
El cardenal Ouellet explica que el concierto al que faltó (generando cierta polémica) le coincidía con una importante reunión con los nuncios, y que su decisión de no vivir en el palacio apostólico sino en la residencia Santa Marta, tuvo también algo de inspirado: "Entonces, como San Ignacio, obedeció a Dios. Él me hizo algunas confidencias en ese sentido que me impresionaron y me edificaron personalmente".