En el Angelus de este domingo, el Papa recalcó la importancia del anuncio comunitario del Evangelio: "Jesús no quiere cumplir solo su misión, sino que involucra a sus discípulos", explicó, glosando el pasaje en el que Cristo envía a los 72 discípulos para que "anuncien de dos en dos que el Reino de Dios está cerca".

"Jesús no quiere actuar solo", subrayó: "Quiere difundir el amor de Dios con el estilo de la comunidad y la fraternidad", crear una "comunidad misionera".

Pero "el fin no es socializar, pasar el tiempo juntos, sino anunciar el Reino de Dios. Y esto es urgente, no se puede perder el tiempo charlando: hay que ir y anunciar, se proclama la Palabra y, si no se acepta, se sigue igualmente adelante".

Francisco recordó la labor de los misioneros que atienden a los enfermos y los pobres y "llevan consuelo a las periferias del mundo". Por que no se trata de "vivir para uno mismo": "Jesús me lleva a ayudar, a salir de mí. ¡Qué bello es ser misionero!".


El Papa le preguntó a los jóvenes presentes (en particular seminaristas y novicios, a quienes ya se había dirigido el sábado) si tenían "valor para seguir la voz de Jesús". Porque si los Doce, los apóstoles, representan a los obispos, esos 72 discípulos "representan a los presbíteros, diáconos y otros ministerios de la Iglesia: catequistas, personas al cuidado de los enfermos...".

"Hay que predicar con urgencia el Reino que ya está próximo", insistió: "Todos pueden escuchar la palabra de Jesucristo y salir a anunciar el Reino. Pero sin presumir como si fuésemos nosotros los protagonistas. ¡El único protagonista es Él, la gracia de Dios!".

El Papa recordó que los 72 "volvieron con alegría porqe venían de derrotar al Maligno", y cerró su intervención pidiendo para los presentes, por medio de la Virgen María, "la alegría que nos da el Señor cuando dejamos que entre en nuestra vida y nos lleva a anunciar el Evangelio en las periferias de la existencia. ¡No tengáis miedo de la alegría y de estar alegres! ¡Alegría y coraje!".


Tras el rezo del Ángelus, el Papa hizo una breve mención a la enciclica Lumen Fidei, que dio a conocer el pasado viernes: "He recogido el gran trabajo que inició Benedicto XVI en el Año de la Fe y lo he terminado. Lo ofrezco con alegría a todo el pueblo de Dios. Todos tenemos necesidad de ir a lo esencial de la fe cristiana y de profundizar en ella y confrontarla con nuestros tiempos". Y añadió que no sólo la dedicaba a los creyentes, esperando que "pueda ser útil a quien está a la búsqueda de Dios y del sentido de la vida", lo cual encomendó a la Madre de Dios.