El Papa recibe a cerca de 50 parlamentarios franceses
El Papa recibió el sábado a cerca de 47 parlamentarios franceses. Su discurso tuvo un tono muy diplomático, pero el fondo quedó muy claro.
Francia acaba de legalizar el matrimonio homosexual, y el Presidente Hollande quiere abrir próximamente el debate sobre el suicidio asistido.
«Como representantes electos de una nación, a la que se suelen dirigir los ojos del mundo», Francisco les recordó que su tarea «consiste en proponer leyes, enmendarlas o abrogarlas», «pero también infundir en ellas, un espíritu -un alma, diría yo- que refleje no sólo las modas y las ideas del momento, sino que les confiera la cualidad esencial que eleva y ennoblece a la persona humana».
En una reciente nota, los obispos franceses afirman que la movilización contra la redefinición del matrimonio «no ha sido en vano», y piden mantener «la vigilancia»
«También en Francia -dijo el Papa-, la Iglesia católica desea colaborar con los responsables de la vida pública, por el bien de la persona y de la sociedad, por encima de modas pasajeras y en el respeto mutuo. Su encuentro con 29 senadores de varios partidos del Grupo Amistad Francia-Santa Sede y con 16 diputados del Grupo de Estudios de Vocación Internacional quería poner de relieve que, «más allá de las sensibilidades políticas que representan, su presencia manifiesta precisamente la calidad de las relaciones entre su país y la Santa Sede».
«El principio de laicidad que rige las relaciones entre el Estado francés y las diferentes religiones -añadió el Pontífice- no debe significar de por sí una hostilidad a la realidad religiosa o la exclusión de la religión de la esfera social y los debates que la animan. Nos podemos alegrar ante el hecho de que la sociedad francesa redescubra las propuestas de la Iglesia, entre otras, que ofrecen una visión de la persona y su dignidad, en vista del bien común. La Iglesia desea aportar su contribución específica en temas profundos, que abarcan una visión más completa de la persona y de su destino, de la sociedad y de su destino. Esta contribución no estriba sólo en la cuestión antropológica o social, sino también en los ámbitos político, económico y cultural».
El Papa pidió a estos políticos que tengan en cuenta que Francia es «una nación, a la que se suelen dirigir los ojos del mundo». «Su tarea -añadió- es, sin duda técnica y jurídica y consiste en proponer leyes, enmendarlas o abrogarlas. Pero también es necesario infundir en ellas, un espíritu -un alma, diría yo- que refleje no sólo las modas y las ideas del momento, sino que les confiera la cualidad esencial que eleva y ennoblece a la persona humana. Por lo tanto los aliento de corazón a proseguir en su noble misión, buscando siempre el bien de la persona y promoviendo la fraternidad en su hermoso país».
El encuentro tiene lugar a pocas semanas después de la aprobación definitiva del llamado matrimonio homosexual, hecho que, sin embargo, no ha puesto fin a las protestas (hubo dos manifestaciones multitudinarias en mayo).
La decisión es reversible (se espera que el centro-derecha revoque la ley cuando vuelva al poder), pero además, hay importantes asuntos en juego todavía, lo que explica la oportunidad de mantener la movilización.
El Presidente Hollande quiere introducir una asignatura obligatoria de moral laica en las escuelas, similar a la Educación para la Ciudadanía de Rodríguez Zapatero. Con el amparo de la nueva ley, la ideología de género irrumpiría con gran fuerza en los planes de estudio.
Además, Hollande ha anunciado que quiere abrir el debate sobre la legalización del suicidio asistido, y la resistencia que ha encontrado frente a la redefinición del matrimonio podría hacerle replanteárselo.
En las últimas semanas, los medios afines al Gobierno han utilizado contra la Iglesia los incidentes protagonizados por algunos grupos violentos de ultraderecha. El más grave fue el asesinato de un joven izquierdista, Clément Méric, a manos de unos cabezas rapadas.
Los obispos han condenado en reiteradas ocasiones los actos de violencia. La propia Iglesia ha sufrido en los últimos meses un gran aumento de los actos de vandalismo y profanaciones contra catedrales y templos, o insultos y otro tipo de agresiones contra católicos, que lideran la oposición social en Francia al matrimonio gay.
El jueves, el Comité Permanente de la Conferencia Episcopal francesa afirmó, en un comunicado, que la lucha, durante todo un año, por el matrimonio «no ha sido en vano», y pide mantener «la vigilancia» para que se «respete a la persona humana».
Los obispos valoran especialmente la nutrida presencia en las protestas de «jóvenes, casados o solteros, que han protagonizado «una expresión pública fuerte de su compromiso», movilizándose con «determinación», pero también con «calma y respeto a las instituciones». Tratar de «equiparar o reducir su protesta a fines partidistas o tratar de reducirla a extremismos violentos es inadmisible», afirman.
La Nota recuerda también que, «desde octubre de 2011, los obispos de Francia habían anunciado que las divisiones serían profundas», ya que la redefinición del matrimonio «altera radicalmente los fundamentos de la vida social». Ese tipo de leyes provoca «heridas y temores», algo especialmente delicado en tiempos de crisis, cuando más «nos necesitamos los unos a los otros».