El Papa Francisco recibió en Roma al arzobispo anglicano de Canterbury, Justin Welby, con quien comparte bastantes elementos.
Los dos son nuevos en el cargo: Francisco empezó su ministerio el 19 de marzo, y Welby el 21. Los dos tienen además una espiritualidad que se acerca a lo carismático y valoran la importancia del Espíritu Santo frente a lo organizativo.
Welby tiene también cierta simpatía por el carisma jesuita a través de su amistad con el movimiento carismático católico de raíz ignaciana Camino Nuevo.
Welby es el Primado de la Iglesia de Inglaterra y de la Comunión Anglicana: en el mundo hay unos 70 millones de anglicanos, la mayoría en África. Sumando los países occidentales (Reino Unido, Canadá, Australia, Irlanda, Estados Unidos) sólo hay unos 2,6 millones de anglicanos practicantes en Occidente. [Por comparación, en España cada domingo hay 10 millones de personas en misa; en el mundo hay 1.200 millones de católicos].
En un encuentro cordial que duró 4 horas hablaron de preocupaciones compartidas:
- Oración y compromiso para caminar hacia la anhelada unidad en Cristo;
- sacralidad de la vida humana y de la familia fundada en el matrimonio;
- justicia social y economía al servicio del hombre, dando voz al clamor de los más pobres, y de la paz, con especial atención al conflicto sirio,
-diálogo entre las religiones y los no creyentes.
El Papa insistió en la importancia de la oración para lograr la unidad de los cristianos, pues «con la oración se renovará día tras día el compromiso de caminar hacia la unidad, que podrá expresarse en nuestra colaboración en diversos ámbitos de la vida cotidiana».
El Papa habló de la importancia «en especial en el testimonio de Dios y de la promoción de los valores cristianos ante una sociedad que a veces parece poner en tela de juicio algunos de los cimientos de la convivencia, como el respeto de la sacralidad de la vida humana y la solidez de la familia fundada en el matrimonio».
En este contexto, el Obispo de Roma puso de relieve también el compromiso social y en favor de los más desfavorecidos:
«También está el compromiso para impulsar una mayor justicia social y un sistema económico que se ponga al servicio del hombre y del bien común. Entre nuestras tareas, como testigos del amor de Cristo, está la de dar voz al clamor de los pobres, para que no sean abandonados a las leyes de una economía que parece considerar al hombre sólo como consumidor».
Sin olvidar la promoción de la paz y del diálogo:
«Conozco su especial sensibilidad hacia estos temas, en los que compartimos muchas ideas, así como su compromiso para favorecer la reconciliación y la resolución de los conflictos entre las naciones. En este contexto, junto con el Arzobispo Nichols, ha solicitado a las autoridades una solución pacífica al conflicto sirio, que garantice también la seguridad de toda la población, incluyendo las minorías, entre las cuales está las antiguas comunidades cristianas locales. Como ha destacado, los cristianos llevamos la paz y la gracia como un tesoro que debemos donar al mundo, pero estos dones darán fruto sólo cuando los cristianos viven y trabajan juntos en armonía. De este modo podremos contribuir a la construcción de relaciones de respeto y pacífica convivencia con cuantos pertenecen a otras tradiciones religiosas así como con los no creyentes».
El Papa también agradeció "a la Comunión anglicana" el "esfuerzo por comprender" las razones que llevaron a Benedicto XVI a crear los ordinariatos anglocatólicos, para anglicanos que piden entrar en la Iglesia Católica manteniendo elementos de su patrimonio.
Hay ordinariatos anglocatólicos en Reino Unido, Norteamérica y Australia, y en ellos sirven hoy 8 antiguos obispos anglicanos que actualmente son sacerdotes católicos. Más de 120 antiguos clérigos anglicanos hoy son sacerdotes católicos en los ordinariatos.
El Papa insistió en el llamado a la unidad: «Caminemos, querido hermano, hacia la unidad, fraternamente unidos en la caridad y teniendo como punto de referencia constante a Jesucristo, nuestro hermano mayo. En la adoración de Jesucristo encontraremos el cimiento y la razón de ser de nuestro camino. Pueda el Padre misericordioso escuchar y exaudir las oraciones que le dirigimos juntos. Pongamos nuestras esperanzas en Él ‘que es capaz de hacer infinitamente más de lo que podemos pedir o pensar, por el poder que obra en nosotros’».