Toda Polonia espera e invoca la canonización de Juan Pablo II, “y sería maraviloso si se diera en el Año de la Fe, es decir antes de noviembre”. Palabra del cardenal Stanislaw Dziwisz, arzobispo de Cracovia e histórico secretario particular de Karol Wojtyla.

Niega haber hablado con el Papa Francisco sobre la santificación del Pontífice polaco, pero no esconde sus esperanzas al respecto: “tal vez en octubre, a los 35 años de su elección al Trono de Pedro”. Es una petición explícita la del purpurado que vivió al lado de Juan Pablo II durante casi 27 años.

De cualquier manera, está “feliz de que sea Francisco el que la celebre”, porque Jorge Mario Bergoglio “hará como Juan Pablo II: derribará los muros, abrirá de par en par las puertas de la iglesia a todos y acercará el mundo a la Iglesia”.

- Estoy contento de nuestra elección en el Cónclave por muchos motivos, pero en particular: porque Bergoglio habla la lengua de la pobreza, con discursos frescos, y la Iglesia necesita este carisma. Y luego, se parece a Wojtyla; me gusta subrayar que Bergoglio fue nombrado arzobispo en 1992, y cardenal en 2001 por Juan Pablo II. Estoy convencido de que la historia los unirá en una obra: haber abierto las puertas de la iglesia a todos, haciéndola más cercana a la vida cotidiana y concreta entre la gente; por haber creado puentes incluso con mundos lejanos y adversos. Partiendo de la comunicación: Francisco tiene una forma de comunicar semejante a la de Wojtyla; lo hemos visto en estos primeros días, respeta el protocolo, pero adora hablar improvisando, con un lenguaje directo y claro. Y esto aumentará su simpatía.

- Wojtyla luchó contra los extremismos del comunismo; Bergoglio en contra de las distorsiones de la Teología de la liberación: no identificaron al marxismo como la solución de los problemas sociales. Y aún más: las primeras exclamaciones a los cardenales del Cónclave después de la elección (“que Dios los perdone por lo que hicieron”) de Bergoglio y las palabras de Wojtyla (“¿qué es lo que han hecho?”) demuestran que el sentido y la ironía son los mismos.

- Todavía me duele esa polémica, me atormenta todos los días, porque no dije eso. No puse en relación, o peor en contraposición, la renuncia de Benedicto XVI y el comportamiento de Juan Pablo II. Yo quiero muchísimo a Joseph Ratzinger, inmensamente.

- Quiere decir que el Colegio cardenalicio trabajó seriamente, que es maduro, responsable y unido. Y también significa que el Cónclave fue guiado por la mano del Señor.

- El elegirlo comunicó el programa del Pontificado: pobreza, sencillez y humildad. Y lo ha puesto en práctica inmediatamente.

- Lo volví a invitar, como hicimos con Benedicto XVI, para organizar la Jornada Mundial de la Juventud en Cracovia y, obviamente, para que nos visite en 2016 (que se cumple el aniversario de los 1050 años del “bautismo de Polonia”.