«Sí, le había dado este libro justo antes del Cónclave y lo ha leído...», confirma el prelado. El libro se llama «Misericordia» (editorial Queriniana), y es un tema central también para Bergoglio: «Cuando lo ha visto me ha dicho: ´Sí, misericordia es el nombre de nuestro Señor´».

— Eminencia, el Papa ha hablado de la tentación farisea de «condenar a los demás», opuesta a la misericordia de Jesús.

— La misericordia existe ya en el Antiguo Testamento, pero en el Nuevo es donde se convierte en un tema central. Jesús anuncia un Dios misericordioso, y ésta es la diferencia específica del cristianismo: no un Dios cualquiera, sino un Dios que «es» misericordia. Sin ella estaríamos perdidos. Y esto se corresponde también con la opción preferencial del Papa Francisco por los pobres: la misericordia es la Iglesia pobre, con y por los pobres, son dos caras de la misma moneda.

— ¿Significa también un estilo diverso para la evangelización?

— Exacto. Él piensa en una Iglesia humilde, que significa también una Iglesia respetuosa con las convicciones de los otros. Me ha gustado mucho la «bendición silenciosa» durante la audencia con los periodistas. No dar la clásica bendición apostólica significa decir: no quiero forzaros, os respeto, tenemos algo que decir, pero desde el respeto. Esto no significa renunciar a la misión, al contrario: es una actividad misionera dialogante. El problema es cómo comportarse en una sociedad plural. Diálogo y misión no están contrapuestas, sino que van de la mano, la misión se realiza también en la vía del diálogo.



— Francisco se ha definido rápidamente como «obispo de Roma». ¿Se anuncia una nueva manera de ser Papa, de ejercitar el «primado» de Pedro?

— Puede ser, sí, aunque él no haya hecho ninguna referencia explícita. ¡Yo creo que lo hará! Hay que decir que ser obispo de Roma no es algo accidental al hecho de ser Papa, todo lo contrario. El Papa es sobre todo obispo de Roma y, como tal, pastor de la Iglesia universal. Pero es importante que haya citado a Ignacio de Antioquía...

— ¿Se refiere a cuando ha hablado de la «Iglesia de Roma, que es la que preside en la caridad a todas las Iglesias»?

— Exacto: es la «Iglesia de Roma», ciudad del martirio de Pedro y Pablo, que preside en el ágape, la caridad, en la comunión de ágape entre las Iglesias. Esto puede significar no una comprensión nueva del primado de Pedro, pero si una comprensión renovada: el Papa es obviamente el primero de los obispos, pero en comunión con los demás obispos. Es un refuerzo de la colegialidad. Aunque no sólo...

— ¿Qué más?

— La frase de Ignacio, un padre de la Iglesia indivisa de comienzos del siglo II, ha sido citada siempre por los ortodoxos. Es verdad, no es simple, después se trata de discutir que significa «presidir en la caridad», pero dicha concepción es esencial para el diálogo.



— El Papa Francisco ha hablado también de no ceder al «pesimismo»...

— Vivimos en un mundo que, sobre todo en Occidente, ha perdido un poco la esperanza. Pero un cristiano no puede perder la esperanza porque cree en un Dios misericordioso que no abandona a nadie. Y sin embargo muchos fieles se muestran pesimistas, todos estos lamentos sobre el mundo detestable...

— Hay quien habla del «pauperismo» del Papa, ¿qué dice usted?

— La espiritualidad de los jesuitas es fundamental en el Papa Francisco. Y su opción por los pobres no es algo sociológico, es el Evangelio: Jesús, Dios encarnado, se ha hecho pobre con los pobres para enriquecernos.

© Il Corriere della Sera