Mientras la Iglesia se juega su futuro en el Vaticano a partir del martes, en el Camp Nou se dirime desde las 20.45 horas quién será semifinalista de la Champions League, dos acontecimientos que acaparan la atención mundial, cada uno en su campo.
Los cardenales que se reunirán en el Cónclave ese día tampoco son ajenos al interés que despierta la vuelta de los octavos de final entre el Barça y el Milán.
De hecho, según ha podido saber ABC, tanto el purpurado catalán y forofo culé Lluís Martínez Sistach como el también elector y arzobispo de Milán, Angelo Scola, han llegado a comentar su “preocupación” porque en la Casa Santa Marta, donde se alojarán los electores durante el Cónclave, no habrá televisores donde seguir el encuentro. Ayer, de hecho, era una de las comidillas en el Pontificio Colegio Español de San José, donde se aloja Sistach.
De hecho, según ha podido saber ABC, tanto el purpurado catalán y forofo culé Lluís Martínez Sistach como el también elector y arzobispo de Milán, Angelo Scola, han llegado a comentar su “preocupación” porque en la Casa Santa Marta, donde se alojarán los electores durante el Cónclave, no habrá televisores donde seguir el encuentro. Ayer, de hecho, era una de las comidillas en el Pontificio Colegio Español de San José, donde se aloja Sistach.
Las estrictas normas que rigen la celebración del Cónclave imponen un aislamiento del mundo exterior para que los cardenales no se despisten con cuestiones mundanas ajenas a su tarea y se concentren en la trascendental votación que tienen en sus manos, la elección del próximo Papa, de modo que no hay televisores ni se permite la utilización de móviles o internet.
La confidencialidad de lo que sucede dentro es tan férrea que, incluso, el personal que asiste esos días a los participantes en el Cónclave, en tareas como serviles la comida, están obligados a guardar secreto bajo pena de excomunión.
La confidencialidad de lo que sucede dentro es tan férrea que, incluso, el personal que asiste esos días a los participantes en el Cónclave, en tareas como serviles la comida, están obligados a guardar secreto bajo pena de excomunión.
Por ello, tal como bromeaba ayer una fuente eclesiástica, o se encomiendan al Espíritu Santo o no tendrán modo de seguir el partido. ¿Acelerará la Champions la «fumata blanca»? Sólo Dios lo sabe.