Las posibilidades de que se elija un Papa latinoamericano no son elevadas: sólo hay 19 cardenales de América Latina, frente a los 62 de Europa, y ninguno de ellos destaca como una figura "de primera línea".
Pero podría ser que los cardenales consideraran que ha llegado el momento de elegir un Papa que no sea "del Norte", sino "del Sur".
En ese caso, probablemente el bloque de cardenales latinoamericanos y los 5 españoles apostaran por un candidato de Hispanoamérica o de Brasil, desbancando la posibilidad de un africano (que tendría más bien apoyos de cardenales anglosajones) o asiático. Es probable que en este caso todos los otros cardenales "del Sur" apoyasen al candidato latinoamericano.
A favor de un Papa latinoamericano está la realidad demográfica: un 42% de los católicos del mundo viven en Latinoamérica.
Otro criterio a favor de un Papa latinoamericano es el "estratégico". Si en los años 80 se escogió un Papa polaco para enfrentarse a la tiranía comunista que dominaba media Europa, si en 2005 se escogió un alemán para lanzar la Nueva Evangelización en una Europa opulenta y descristianizada, ahora podría decidirse que la prioridad está en América Latina, donde muchos católicos sin formación se van a otras religiones y donde empiezan a notarse los ataques anti-vida y anti-familia, como las aprobaciones del aborto en México, Argentina y Uruguay y del matrimonio del mismo sexo en México D.F.
Brasil y México son los países con más católicos del mundo. Pero también los que están perdiendo más fieles ante otras opciones religiosas. Un Papa de esos países podría revitalizar el catolicismo de sus numerosa población, especialmente si tiene ciertas dotes comunicativas.
Un Papa brasileño tendría un "empuje extra" porque la Jornada Mundial de la Juventud se celebra en Rio de Janeiro en agosto. También Benedicto XVI celebró su primer gran viaje al extranjero en su patria, Alemania, para las JMJ de Colonia de 2005, con éxito. Un Papa brasileño en Rio se vería aupado por la multitud de jóvenes sudamericanos allí reunidos, dando al mundo una imagen alegre y vitalista de un Iglesia muy viva.
Además, Brasil sería especialmente afortunado, puesto que en 2014 se celebran allí los mundiales de fútbol (un Papa brasileño podría aparecer como un hincha simpático de su selección) y en 2016 los Juegos Olímpicos en Rio de Janeiro (otra posibilidad de evangelización joven y de cercanía papal).
Es de esperar que el país dé un gran salto adelante, y un Papa brasileño ayudaría a que la Iglesia brasileña -grande en líderes, vocaciones, juventud y creatividad, aunque más limitada en recursos- aprovechase todas sus oportunidades al máximo.
Para la opción brasileña suenan sobre todo dos nombres: Odilón Pedro Scherer, arzobispo de Sao Paulo de 63 años; y Joao Braz de Aviz, prefecto de la Congregación para la Vida Consagrada desde 2011, que tiene 65 años. Esas edades son buenas para ellos, porque la renuncia de Benedicto XVI por "falta de vigor" sugiere que los cardenales buscarán un Papa joven. Además, los dos dominan el italiano.
Scherer tiene un perfil más académico, aunque desde 2002, como obispo auxiliar, y 2007 como arzobispo, pastorea la gigantesca diócesis de Sao Paulo, con unos 6 millones de fieles.
Braz de Aviz fue arzobispo de Brasilia de 2004 a 2011. Lleva menos de dos años en la Santa Sede y poco más de un año como cardenal, por lo que sus posibilidades parecen menores.
Si los cardenales pensasen que México es una prioridad estratégica, el hombre adecuado sería el cardenal de México DF, Norberto Rivera, de 70 años, un hombre que ha plantado cara no sólo al clásico laicismo radical que el Estado mexicano arrastra desde la Revolución, sino al nuevo laicismo moral, que ha implantado en matrimonio homosexual y el aborto en el Distrito Federal en los últimos años.
Rivera ha pastoreado durante 18 años esa diócesis con 7 millones de católicos, cuyo número de sacerdotes estos años se ha mantenido más o menos estable en torno a los 1.700. Hace casi 15 años que es cardenal.
Si las Llaves que Cristo entregó a Pedro pasasen a Rivera, posiblemente en mayo visitase su tierra, con motivo de la canonización de "Madre Lupita" (fundadora de las Siervas de Santa Margarita María y de los Pobres) de la cual hablaba precisamente Benedicto XVI a los cardenales el pasado lunes justo antes de anunciar su renuncia.
Los otros dos hispanoamericanos que más suenan como papables son argentinos: Jorge Mario Bergoglio, jesuita y cardenal de Buenos Aires, y Leonardo Sandri, prefecto de Iglesias Orientales y veterano diplomático.
Bergoglio tiene 76 años: probablemente, demasiado mayor para una Iglesia que piense -como pide Benedicto XVI- en términos de "vigor". Pero a su favor tiene que ya recibió muchos votos en el cónclave de 2005. Hay quien le intenta pegar el sambenito de "progresista" (cosa que no es en absoluto) y otros consideran que no es un pastor suficientemente estricto. Pero es un hombre capaz de gestos proféticos que en América Latina podrían gustar mucho.
Por último, Sandri es un diplomático de 69 años que domina el italiano, el francés, el inglés y el alemán. Fue él quien dio la noticia al mundo de la muerte de Juan Pablo II el 2 de abril de 2005 en la Plaza de San Pedro. Tiene conocimiento de la Iglesia a nivel mundial y de la situación de los cristianos perseguidos en países musulmanes. Sus conexiones entre la Curia italiana y las Iglesias del Sur y de Oriente podrían facilitar su candidatura.
Todos estos "latinos" tienen sin embargo un competidor que está muy bien situado: el cardenal quebecquense Marc Oullet, que durante diez años fue misionero en Colombia, maestro y formador de seminario.
Oullet habla perfectamente el español, el inglés, el francés y el italiano, y como responsable de la Congregación de los Obispos en la Santa Sede conoce bien la Iglesia y a sus pastores. Sabe lo que es ser misionero, sabe cómo es la Iglesia del Sur, Latinoamérica, la "Iglesia que habla y reza en español". Es occidental... sin ser europeo. Abre la puerta fuera de Europa... pero no demasiado. Tiene 68 años. Conoce el laicismo canadiense, la América del Norte y la del Sur. Y como religioso sulpiciano conoce el mundo de los consagrados y la enseñanza.
Es probable que si Oullet figura con fuerza en las primeras votaciones, los cardenales hispanos y los de las iglesias emergentes apuesten por él. Un canadiense podría ser el candidato "latino".