Uno de los nuevos obispos nombrados por Benedicto XVI es su secretario personal, Georg Gaenswein.
Tiene 56 años, nació en la pequeña ciudad de Ühlingen-Birkendorf, en el sur de Alemania. Dicen que fue un gran deportista, además de profesor de esquí, aviador e incluso cartero.
En 1984 se ordenó sacerdote y su primer encargo fue como vice párroco en la Selva Negra de Alemania.
“Hace ya 28 años que soy sacerdote -dice Georg Gaenswein-. Tras la ordenación sacerdotal fui enviado a una ciudad de la Selva Negra, de donde vengo, que está en Alemania, en el suroeste, en la frontera con Francia”.
En 1993 se doctoró en Derecho Canónico en Múnich y se trasladó a Roma. Desde 1995 trabaja en el Vaticano. Primero en la Congregación para la Disciplina de los Sacramentos y un año más tarde, en la Congregación para la Doctrina de la Fe de la que era prefecto el cardenal Joseph Ratzinger.
Tras años de trabajo, en 2003 el cardenal le nombró su secretario personal, un cargo que ratificó en abril de 2005 cuando fue elegido Papa.
Es la sombra del Papa, le acompaña a todas partes, y desde hace pocas semanas también es el Prefecto de la Casa Pontificia. Gaenswein pasa así a decidir y organizar la agenda del Papa.
Como se trata de un puesto de gobierno jerárquico, el prefecto de la Casa Pontificia debe ser obispo y por eso, ahora, casi 18 años después de su llegada al Vaticano será nombrado arzobispo.
Su sede titular es Urbisaglia, un pequeño pueblo italiano y que casualmente tiene como patrón a San Giorgio. Se trata de una diócesis que antiguamente existía pero de la que actualmente sólo se conserva el título, y que normalmente se le concede a los obispos de la Curia Romana.
Un nombramiento que demuestra la confianza que Benedicto XVI tiene en él.