En una basílica de San Pedro desbordante de alegría, el Papa ordenó obispo a su secretario personal, Georg Gaenswein, ascendido el pasado mes a jefe de la Casa Pontificia y convertido de hecho en el «guardián» de Benedicto XVI como refleja incluso su nuevo escudo episcopal, altamente significativo.

El fiel secretario desde hace diez años tiene ahora mando en plaza como arzobispo y jefe de la Casa Pontificia, lo cual supone una gran tranquilidad para Benedicto XVI en caso de enfermedad o de simple cansancio debido a su edad avanzada.

Gaenswein, de 56 años, ha tenido que lidiar con buena parte de los problemas, especialmente con la traición del mayordomo y la fuga de centenares de documentos de «Vatileaks», que destrozó el ambiente de trabajo del Vaticano durante seis meses.

El escudo episcopal de Georg Gaenswein reproduce en su mitad izquierda el escudo de Benedicto XVI, mientras que la derecha presenta una estrella en campo azul, sobre un dragón que amenaza el escudo del Papa pero no supone ya peligro, pues ha sido atravesado por una lanza.

En su homilía, el Papa comentó las virtudes de los Magos de Oriente y las aplicó al ideal de obispo, empezando por «ser un hombre que dirige su mirada hacia Dios».

Otra característica importante es la valentía, concretamente, «el valor para llevar la contraria a las opiniones dominantes», especialmente el agnosticismo.

Según Benedicto XVI, el obispo «debe ser valeroso», como lo fueron los primeros Apóstoles que, después de haber sido flagelados y amenazados por el Sanedrín, «no dejaban de enseñar y de anunciar que Jesús era el mesías».

El Papa se dirigía en primer lugar a Georg Gaenswein, pero también a los otros tres nuevos obispos que ordenó en la misma ceremonia: el nigeriano Fortunatus Nwachukwu, antiguo jefe de protocolo del Vaticano, que pasa a ser nuncio en Nicaragua; el francés Nicolás Thevenin, nuevo nuncio en Guatemala; y el italiano Vincenzo Zani, secretario de la Congregación para la Educación Católica.

Poco después de la ceremonia, durante el rezo del Ángelus desde la ventana de su apartamento, el Papa felicitó la Navidad a los ortodoxos, que celebran esa fiesta el 7 de enero, y saludó en sus respectivos idiomas a las familias y amigos de los nuevos obispos.

En su saludo a los peregrinos de lengua española, Benedicto XVI les invitó «a buscar a Dios con sencillez de espíritu, sin sucumbir al desaliento o la crítica», siguiendo el ejemplo de los Magos, cuyo peligroso viaje en busca del verdadero Dios habría parecido a muchos un grave error o una temeridad.