Si el Angelus del sábado estuvo consagrado a la Virgen María en la festividad de la Inmaculada Concepción, el de este domingo ha sido aprovechado por el Papa para la otra figura "que prepara la venida del Mesías": San Juan Bautista.
"Ya en la concepción y el nacimiento, Jesús y Juan están en relación entre sí", apuntó Benedicto XVI citando un pasaje de su reciente La infancia de Jesús, en alusión a la vista de María a su prima Santa Isabel.
"Juan, en cuanto hijo de Zacarías e Isabel, ambos de familia sacerdotal, no sólo es el último de los profetas, sino que representa también todo el sacerdocio de la Antigua Alianza y por tanto prepara a los hombres al culto espiritual de la Nueva Alianza inaugurado por Jesús", enseñó el Papa, quien recalcó también la historicidad del relato evangélico de San Lucas y su precisión inequívoca al señalar el momento de la concepción del Bautista: "En el año quince del imperio de Tiberio César, siendo Poncio Pilato procurador de Judea... en el pontificado de Anás y Caifás".
Luego explicó quién fue Juan, "voz de uno que clama en el desierto: preparad el camino al Señor, rectificad sus sendas". El papel de San Juan Bautista es siempre "en función de Cristo", y aquí el Papa citó a San Agustín: "Juan es la voz que pasa, Cristo es el Verbo eterno que ya era en el principio. Si a la voz le quitas la palabra, ¿qué queda? Un vago sonido. La voz sin la palabra llega al oído, pero no edifica al corazón".
"En la sociedad de consumo, en la cual estamos tentados de buscar la felicidad en las cosas", concluyó Benedicto XVI, "el Bautista nos enseña a vivir en lo esencial, para que veamos la Navidad no sólo como una fiesta exterior, sino como la fiesta del Hijo de Dios que ha venido a traer a los hombres la paz, la vida y la verdadera felicidad".