La Santa Sede ha publicado este sábado la renuncia aceptada por el Papa Francisco del cardenal Robert Sarah, hasta ahora prefecto para la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, el encargado de velar por la liturgia en el seno de la Iglesia.
Además, Francisco ha aceptado también la renuncia a los cargos de vicario general de Su Santidad para la Ciudad del Vaticano, arcipreste de la basílica papal de San Pedro en el Vaticano y presidente de la Fabbrica di San Pietro presentada por el cardenal Angelo Comastri y ha nombrado para los mismos cargos al cardenal Mauro Gambetti, O.F.M. Conv., antiguo custodio general del Sacro Convento de San Francisco de Asís.
Sin embargo, es la renuncia de Sarah la más llamativa e importante. El cardenal guineano es uno de los pesos pesados del colegio cardenalicio. Su voz ha sido una de las más escuchada y seguida durante los últimos años debido a su claridad de ideas y por su profunda espiritualidad que ha dejado plasmada en algunos libros que han sido superventas como Se hace tarde y anochece, La Fuerza del Silencio o Dios o nada.
Con una trayectoria muy ligada a Benedicto XVI, el cardenal Robert Sarah es muy querido en sectores más conservadores de la Iglesia y no tanto en los llamados progresistas, aunque en todo momento se ha manifestado como filial servidor del Papa Francisco, que le nombró en 2014 como prefecto de la Congregación para el Culto Divino en sustitución del cardenal Cañizares. Anteriormente, entre 2010 y 2014, había sido presidente del Pontificio Consejo Cor Unum.
Converso al catolicismo y obispo más joven del mundo
Sarah nació en el 15 de junio de 1945 en Ourous, entonces parte de la Guinea Francesa y ahora Guinea Conakry. De familia animista, es un converso al catolicismo, y siempre ha manifestado la fuerza y convicción del converso, lo que le ha permitido ser siempre claro y contundente en sus postulados, ya sea para evangelizar o para denunciar la ideología de género, el islamismo radical o la secularización galopante de Occidente.
Estudió para ser sacerdote mientras su país estaba bajo el régimen sanguinario del marxista Sekou Touré, con el obispo de Conakry, la capital, encarcelado y torturado. Más tarde estudió Teología en Roma, en la Gregoriana y sobre todo en el Bíblico, siendo rector Carlo Maria Martini y con maestros como Lyonnet, Vanhoye, de la Potterie. Durante un año estuvo en la prestigiosa École Biblique de Jerusalén.
Tras este periplo europeo y en Tierra Santa volvió como párroco a Guinea, donde caminaba a pie por la savana para llegar al último de sus fieles, en una población de mayoría musulmana.
En 1978 Pablo VI lo nombró obispo, el más joven del mundo, a los 33 años. Y le confió Conakry, con un Sekou Touré cada vez más enfurecido contra este nuevo pastor, valiente defensor de la fe. Después de la muerte repentina del dictador, en 1984, se descubrirá que Sarah era el primero en la lista de los enemigos que había que eliminar.
Juan Pablo II lo llamó a Roma en 2001 y lo nombró secretario de la congregación para la evangelización de los pueblos, para que se ocupase de las más de mil diócesis de los países de misión. Y cuando su prefecto enfermó se convierte, a partir de 2008, en el efectivo número uno de Propaganda Fide, en contacto personal con Benedicto XVI que en 2010 lo nombró cardenal y presidente de "Cor unum". Hasta que en 2014 llegó a ser prefecto de Culto Divino.
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