El 30 de junio pasado, a pocos días de que comienzara el capítulo general de la Fraternidad San Pío X, Benedicto XVI escribió una carta al superior de los lefebvrianos, el obispo Bernard Fellay.
La existencia de esta carta fue revelada por monseñor Bernard Tissier de Mallerais, uno de los cuatro obispos de la Fraternidad, cuya oposición al acuerdo con Roma es conocida, durante conferencia que se llevó a cabo el 16 de septiembre en el priorato St. Louis-Marie Grignon de Monfort en Francia.
Esto es lo que dijo el prelado: «El 30 de junio de 2012 (es un secreto que os revelo, pero que será dado a conocer) el Papa escribió de su puño y letra una carta a nuestro superior general, monseñor Fellay: “Le confirmo efectivamente que para reintegrarse verdaderamente en la Iglesia hay que aceptar verdaderamente el Concilio Vaticano II y el magisterio post-conciliar”».
«Se trata de un punto muerto –comentó Tissier de Mallerais–, porque para nosotros no es aceptable, y no podemos firmar una cosa tal. Se pueden precisar cuestiones, porque el Concilio es tan amplio que se pueden encontrar cosas buenas en él, pero no es lo esencial del Concilio».
El obispo lefebvriano también pronunció palabras muy duras durante la conferencia: «No se pueden dejar las armas en medio de la batalla, no buscaremos el armisticio mientras la guerra arrecia: con el encuentro de Asís del año pasado; con la beatificación de un falso beato, el Papa Juan Pablo II. Una cosa falsa, una falsa beatificación. Y con la exigencia, indicada constantemente por Benedicto XVI, de aceptar el Concilio y las reformas del magisterio post-conciliar».
Tissier de Mallerais también dijo que «la colegialidad, que destruye el poder del Papa, que ya no osa resistir a las conferencias episcopales»; destruye «el poder de los obispos, que ya no osan resistir a los consejos episcopales».
Añadió que el ecumenismo «hace que se respeten los valores de salvación de las falsas religiones y del protestantismo, cosas falsas», mientras que la libertad religiosa «permite de buen grado la construcción de mezquitas en nuestros países».
«Evidentemente –añadió el obispo lefebvriano– esto no podemos firmarlo. Sobre este punto no hay ningún acuerdo y no habrá ningún acuerdo». A pesar de las insistencias de la «Roma modernista», Tissier asegura que, «personalmente, no firmaré nunca cosas de este tipo, está claro. No aceptaré nunca decir que la nueva Misa es legítima o lícita; yo diré que es, a menudo, inválida, como decía monseñor Lefebvre. Nunca aceptaré decir: “El Concilio, si se interpreta bien, tal vez podría corresponder a la Tradición, se podría encontrar un significado aceptable”».
Después de haber tildado de «mentiroso» el texto del preámbulo doctrinal que entregó el cardenal William Levada a Fellay el 12 de junio, el cardenal lefebvriano dijo que el capítulo general de la Fraternidad que se reunió en julio tomó algunas «decisiones muy dulces, suaves», para «presentar a Roma tales obstáculos que Roma no ose importunarnos más», planteando «condiciones prácticamente irrealizables para impedir que hagamos nuevas propuestas. Pero el demonio es maligno, y yo creo que ellos volverán al ataque, por lo que me preparo delicadamente a defendernos, y la Fraternidad se defenderá».