La Santa Sede ha publicado este miércoles la Instrucción Ecclesiae Sponsae Imago sobre las vírgenes consagradas y que ha sido elaborado por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.
Durante los primeros siglos del cristianismo esta vocación fue muy común. El texto vaticano recuerda que “en los tres primeros siglos numerosísimas vírgenes consagradas sufrieron el martirio por permanecer fieles al Señor. Entre ellas Águeda de Catania, Lucía de Siracusa, Inés y Cecilia de Roma, Tecla de Iconio, Apolonia de Alejandría, Restituta de Cartago, Justa y Rufina de Sevilla. Cesadas las persecuciones, la memoria de las vírgenes mártires permaneció como viva llamada a la entrega total de sí, como exigía la consagración virginal”.
Con los siglos la figura de la virgen consagrada fue perdiendo importancia hasta desaparecer. Fue ya el Papa Pablo VI cuando recuperó esta figura en 1970.
Una vocación que crece en todo el mundo
Desde entonces por todo el mundo ha ido creciendo el número. En la actualidad se cree que hay más de 3.000. En España serían unas 200. Son mujeres que “permanecen en su entorno de vida ordinario, arraigados en la comunidad diocesana reunida alrededor del obispo, según la modalidad del antiguo Ordo Virginum, sin ser adscritas a un Instituto de Vida Consagrada”.
Ante este incremento de vírgenes consagradas, han llegado a Roma peticiones de todo el mundo para orientar a los obispos en estos procesos. Este documento es la respuesta. Profundiza en el carisma, la vocación, la consagración, el estado y la forma de vida así como la fisonomía espiritual.
Virginidad, esponsalidad y maternidad
El documento explica que “virginidad, esponsalidad y maternidad son tres perspectivas que permiten describir la experiencia espiritual de las vírgenes consagradas: no significan características yuxtapuestas o sumadas unas a otras, se refieren a dinámicas espirituales realizadas una en la otra y asentadas en las coordenadas fundamentales de la vida bautismal, por las que las consagradas son hijas de la Iglesia y hermanas unidas a todos los hombres y a todas las mujeres por vínculos de fraternidad”.
Ecclesiae Sponsae Imago asegura que “un rasgo característico de esta forma de vida es el arraigo de las consagradas en la Iglesia particular y, por consiguiente, en un determinado contexto cultural y social: la consagración las reserva para Dios sin hacerlas ajenas al ambiente donde viven y están llamadas a realizar su propio testimonio”.
Además, estas vírgenes consagradas pueden vivir solas, en familia, junto a otras consagradas o en otras situaciones favorables a la expresión de su vocación, que les permitan vivir concretamente su proyecto de vida. Se procuran su sustento con los frutos de su trabajo y los recursos personales.
Una vida unida a la actividad laboral
Las mujeres llamadas a esta vocación concreta “optan por la actividad laboral según sus actitudes, inclinaciones y posibilidades efectivas, reconociendo en ella una modalidad concreta por la que testimoniar que Dios llama a la humanidad a colabore en su obra creadora y redentora, para hacerla íntimamente partícipe del amor con el cual atrae hacia sí al mundo y la historia entera”.
El documento recalca la pertenencia de estas mujeres a sus diócesis y cómo “la Iglesia particular está llamada a acoger la vocación de las consagradas, a acompañar y sostener su camino, reconociendo que la consagración virginal y los carismas personales de cada consagrada son dones para la evangelización, la edificación de la comunidad y la misión eclesial”.
Entre los aspectos que prevé el nuevo documento vaticano está la posibilidad de que el obispo diocesano pueda instituir una fundación canónica, autónoma o no, y autorizar, si se da el caso, la petición de reconocimiento civil de esta última.
Pueden participar en asociaciones y movimientos
Además, las consagradas “pueden reunirse en asociaciones y pedir a la autoridad eclesial competente el reconocimiento canónico del estatuto y eventualmente su aprobación”.
Por otro lado, la consagración no impide que esta virgen consagrada pueda “beneficiarse de la variedad de carismas y espiritualidades”, por lo que podrían participar en asociaciones, movimientos o una tercera orden.
En el documento también se tratan de los requisitos y criterios de discernimiento, explicando que “la admisión a la consagración requiere que por la edad, la madurez humana y espiritual, y por la estima que disfruta en la comunidad cristiana donde está inserta, la candidata dé confianza de poder asumir de forma responsable los compromisos que se derivan de la consagración”. Además, “requiere también que la persona nunca haya celebrado nupcias y no haya vivido pública y manifiestamente en un estado contrario a la castidad”.
Ecclesiae Sponsae Imago también cita algunos puntos de madurez humana y de experiencia espiritual que debe tener toda candidata a la consagración.
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