Tras ejercer como nuncio en Rumanía y Moldavia, el arzobispo suizo Jean-Claude Périsset llegó en 2007 a Berlín en uno de los encargos más difíciles de la Secretaría de Estado. Es notorio que parte del episcopado alemán camina muy distanciadamente de su compatriota Benedicto XVI, con actitudes muy tolerantes hacia grupos disidentes que critican el celibato sacerdotal o promueven la ordenación de sacerdotisas. En algunos casos, ha tenido que dar auténticos golpes de autoridad públicos para que se cumplan sus directrices sobre la traducción del misal.
Todo ello supone importantes disgustos para el Papa, como ha reconocido monseñor Périsset en una entrevista concedida la semana pasada a Christ und Welt, suplemento religioso que se distribuye con Die Zeit.
Benedicto XVI se siente "profundamente herido", afirma el diplomático vaticano.
"Es una gran pérdida para la Iglesia católica alemana escucharle tan poco", dice sin ambages Périsset, en una afirmación cuya contudencia da cuenta de la gravedad de las circunstancias: "El Papa sufre con la actitud en ocasiones hermética hacia él en Alemania".
Y censura que "cada cual tiene su propia opinión y cree que sabe más", en referencia al poco respesto hacia la autoridad de Benedicto XVI.