Benedicto XVI ha alzado la voz en Milán contra los partidos políticos reclamándoles que "no prometan cosas que no pueden cumplir", aún más en tiempos de crisis como los actuales. La política, advierte, es "responsabilidad moral ante Dios y los hombres".
El Pontífice hizo esta afirmación ante unas 350.000 personas, según confirmó el portavoz vaticano, Federico Lombardi, que asistieron en el Parque de Bresso, de Milán, a la Fiesta del Testimonio, en la vigilia de la misa con la que mañana clausurará el VII Encuentro Mundial de las Familias Católicas.
"Ante la crisis económica debería crecer el sentido de responsabilidad en todos los partidos políticos, que no deben promete cosas que no pueden realizar. Que no busquen solo el voto sino que estén al servicio (de la sociedad) y se entienda así que la política es responsabilidad moral ante Dios y los hombres", dijo el Papa respondiendo a la pregunta de una familia griega, la Paleólogo.
Otra familia, de Estados Unidos, la Rerrie, con seis hijos, le contó lo difícil que es conciliar el trabajo y la familia. Benedicto XVI pidió a los empresarios flexibilizar el trabajo para ayudar a las familias, asegurando que la sociedad se beneficiará de ello.
Una niña vietnamita, Cat Tien, de 7 años, se ganó el aplauso del público al acercarse al Pontífice contarle su vida y preguntarle cómo era de pequeño. Benedicto XVI le contó como transcurrieron sus años de niño en su Alemania natal, entre asistencia a misa, paseos con sus padres y hermanos por los campos cercanos a su localidad y las tardes de música.
El papa, de 85 años, sorprendió al afirmar que "cree que el paraíso deber ser como su juventud" y que espera "regresar a casa caminando hacia la casa" del Padre.
Una pareja de novios de Madagascar compuesta por Serge Razafimbony y Fara Andrianombonana también le contó sus deseos y el futuro que anhela y el papa les dijo que lo importante es que estén seguros de sus sentimientos.
El matrimonio brasileño Araujo le preguntó sobre los católicos divorciados y el que no puedan acceder al sacramento de la eucaristía. El Papa dijo que se trata de un sufrimiento, que no hay recetas, pero que la Iglesia les ama y no están fuera aunque no puedan comulgar.
Una familia italiana, procedente de Ferrara, una de las ciudades que ha sufrido los terremotos registrados los pasados días en la región de Emilia Romagna, que se han cobrado 24 muertos, le contó sus sufrimientos y el Papa le dijo que no están solos y que la sociedad no se olvidará de ellos. Esta vigilia, que fue transmitida en directo por el Centro Televisivo Vaticano, fue uno de los momentos culminantes de este encuentro mundial de las familias.
Desde primeras horas del día, matrimonios con hijos, cargados con sillas, cochecitos, bolsas con viandas, etc, fueron llenando el amplio recinto, en el que ondearon banderas de los 153 países de los que proceden los asistentes al evento, que se celebra tres años después del último, en Ciudad de México.
Mientras esperaban la llegada de Benedicto XVI cantantes, grupos musicales y animadores se alternaron en el palco de más de cien metros construido para la ocasión. Actuaron, entre otros, la cantante israelí Noa, la portuguesa Dulce Pontes y el italiano Ron. En otras zonas del parque Bresso monjas y grupos de familias rezaron el rosario.
Este encuentro puso fin a una jornada en la que el Papa dijo ante las autoridades milanesas que el Estado tiene que estar al servicio de la persona, "comenzado con el derecho a la vida, que jamás puede ser suprimida deliberadamente", y de la familia, "basada en el matrimonio entre un hombre y una mujer, abierto a la vida".
Benedicto XVI dijo que aunque la concepción del estado confesional está superada, sus leyes deben encontrar justificación y fuerza en la ley natural, "que es el fundamento de un orden adecuado a la dignidad del ser humano.
En un encuentro con 80.000 jóvenes en el estadio de fútbol de "San Siro" exhortó a los muchachos a no ser egoístas, ya que el egoísmo -dijo- es enemigo de la alegría" y a estar "abiertos" a la llamada al sacerdocio. Y ante unos cinco sacerdotes y monjas reunidos en la catedral de Milán reiteró el celibato sacerdotal, la castidad y la virginidad.