Desde que Cristo se subió a la barca de San Pedro y los otros apóstoles pescadores y los convirtió en pescadores de hombres, la barca ha sido símbolo de la Iglesia. Sirve para pescar hombres y peces, para refugiar naufragados, para trasladar noticias y hombres sobre las aguas, para llevar a los hombres también a la Otra Vida. Y en el Amazonas, el símbolo de la Iglesia es la canoa, con exactamente la misma función.
Así se ha querido simbolizar este lunes 7 de octubre por la mañana en el inicio del Sínodo de la Amazonía en Roma.
"La canoa" que es la Iglesia Católica en la cuenca panamazónica suma más de 2.000 parroquias y 3.800 sacerdotes que intentan servir a una comunidad de unos 37 millones de habitantes, incluyendo 2,7 millones en pueblos indígenas, según la Red Eclesial Panamazónica. El terreno que cubre esta "canoa" es de 8 millones de kilómetros cuadrados, más grande que toda la Unión Europea, en Brasil, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Guayana, Surinam y Guyana.
En la basílica de San Pedro, las lenguas indígenas y el español
El Sínodo Especial para la Amazonía se ha iniciado con un momento de oración en el interior de la Basílica de San Pedro. Luego los participantes se han dirigido en procesión hacia el aula Paulo VI donde tienen lugar las sesiones de trabajo.
La procesión fue acompañada con cantos en lenguas de los pueblos originarios y en español. Entre los símbolos presentes estaban la canoa con remos y carteles con rostros de personas que ofrecieron sus vidas por la defensa de los pueblos indígenas y del ecosistema amazónico. Las canciones parecían una adaptación amazónica de los salmos y del bíblico Cántico de Daniel (Criaturas del Señor, bendecid al Señor):
"Los hijos de la selva te alabamos, Señor,
Las hijas de la selva, te alabamos, Señor.
Las aguas de los ríos,
las aguas de las cochas te alaban señor.
Los vientos y calores te alaban, Señor.
Los frutos y los montes, la tierra que es fecunda,
te alaban, Señor".
En fila de a dos los padres sinodales se dirigieron a Aula Pablo VI. El Papa Francisco caminaba rodeado por representantes indígenas, obispos, religiosas, laicos y expertos asesores.
En el aula Pablo VI los representantes de los pueblos originarios depositaron en las manos del Papa Francisco una canoa con utensilios amazónicos. Dos obispos y dos religiosas ingresaron al aula con el símbolo. Al Papa le entregaron dos remos, petición de los pueblos amazónicos para que la Iglesia Católica siga navegando con ellos en la defensa de la vida y del territorio.
A las nueve de la mañana, todos entraron. La primera sesión dio inicio con un momento de oración. El libro de los Evangelios se entronizó con el canto del aleluya.