La audiencia general de Benedicto XVI, este miércoles, tuvo lugar a las 10,30 de la mañana en el Aula Pablo VI, donde el santo padre se encontró con grupos de fieles y peregrinos procedentes de Italia y del mundo. En su discurso, el papa, continuando el ciclo de catequesis sobre la oración, centró su meditación en la oración de Jesús en la inminencia de la muerte.
Benedicto XVI ha seguido, en la audiencia de este miércoles, comentando la oración de Jesús en la Cruz. Se centró en tres palabras de Jesús en la cruz.
La primera, «Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen», dijo el papa, “es de intercesión, pide perdón por sus verdugos. Con esto, Jesús cumple en primera persona lo que había enseñado en el Sermón de la Montaña cuando dijo: “Pero yo les digo a los que me escuchan: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odien”, y también había prometido a los que supieran perdonar: “su recompensa será grande, y serán hijos del Altísimo”. Ahora, desde la cruz, no solo perdona a sus verdugos, sino que se dirige directamente al Padre intercediendo en su favor”.
La segunda palabra de Jesús, dijo el papa, “es una palabra de esperanza, es la respuesta a la oración de uno de los dos hombres crucificados con Él”. “La respuesta del Señor a esta oración –añadió- va mucho más allá de la petición”. “ Así, a través de esta respuesta da la firme esperanza de que la bondad de Dios puede tocarnos incluso en el último momento de la vida, y que la oración sincera, incluso después de una vida equivocada, encuentra los brazos abiertos del Padre bueno que espera el regreso del hijo”.
La úlitma palabra de Jesús, «Padre, en tus manos pongo mi espíritu», dijo el papa, “es un fuerte grito de extrema y total confianza en Dios. Esta oración expresa el pleno conocimiento de no ser abandonado”.
“La oración de Jesús antes de su muerte es trágica, como lo es para cada hombre, pero al mismo tiempo, está impregnada por aquella profunda calma que viene de la confianza en el Padre y del deseo de entregarse totalmente a Él”, subrayó Benedicto XVI.
Y concluyó afirmando que “las palabras de Jesús en la Cruz en los últimos momentos de su vida terrena ofrecen indicaciones exigentes a nuestra oración, pero abren también a una confianza serena y a una esperanza firme”.
Al finalizar su discurso, Benedicto XVI se dirigió a los distintos grupos lingüísticos en su lengua, haciendo un resumen de sus palabras.
A los peregrinos de lengua española les dijo: “Deseo hablar hoy sobre la oración de Jesús en la cruz, desde las tres palabras que nos ha transmitido el Evangelio de Lucas. En la primera palabra, Jesús dirige al Padre una intercesión por sus verdugos y da la razón de esta súplica: «no saben lo que hacen». La ignorancia atenúa la culpa, y deja así abierta la vía hacia la conversión. La segunda palabra es la respuesta que da a la oración de uno de los dos hombres crucificado con Él. Después de una vida equivocada, Jesús en comunión con el Padre, abre al hombre las puertas del paraíso. La última palabra es de confianza. Si bien, el momento de morir es dramático, la oración de Jesús está invadida de una profunda calma que nace de la confianza en el Padre y de la voluntad de entregarse totalmente a Él.
Queridos hermanos y hermanas, esta oración de Jesús nos llama a imitarle y cumplir con el difícil gesto de orar también por aquellos que nos hacen el mal, sabiendo perdonar siempre, viviendo la misericordia y el amor”.
Al final, saludó especialmente a los grupos llegados desde distintas partes del mundo. A los de idioma castellano, les dijo: “Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los miembros del Club Atlético de Madrid, así como a los demás grupos provenientes de España, Costa Rica, Chile, Argentina, México y otros países latinoamericanos. Jesús que en el momento de la muerte se confó totalmente en la manos de Dios Padre, nos comunique la certeza de que, a pesar de las duras las pruebas, los problemas, el sufrimiento, estamos acompañados de su gran amor”.