Durante la audiencia general de este miércoles en el vaticano, el Papa Benedicto XVI recordó los mejores momentos de su reciente viaje a Benín, en África.

El Pontífice comenzó su alocución destacando que aún está vivo en su recuerdo la reciente visita apostólica que realizó a Benín, donde firmó y entregó la Exhortación Apostólica postsinodal Africae munus, fruto de la Segunda Asamblea Especial para el África del Sínodo de los Obispos y donde rindió homenaje al cardenal Bernardin Gantin, hombre de Iglesia, considerado Padre de la patria, y donde llamó a todos a ser constructores de comunión, paz y solidaridad, sin olvidar su encuentro con los niños, que constituyen el futuro de África, y con quienes sufren.

El país acaba de celebrar el 150 aniversario de su evangelización. Por eso, el Papa pidió a los católicos que vean a la Iglesia en África como un ejemplo de fortaleza en la fe.

“Ha sido maravilloso el testimonio de cómo la fe logra unir a las generaciones y se puede responder así al reto de cada una de las etapas de la vida”, dijo el papa ante miles de peregrinos.

África es el continente donde el catolicismo ha crecido con mayor rapidez. En el año 1900 había casi 2 millones de católicos; y en el año 2000, 139 millones.

Al final de la audiencia, el Papa saludó a los peregrinos, sobre todo un grupo procedente de Nigeria, un país que comparte frontera con Benín.





Queridos hermanos y hermanas:

Hoy quiero hablarles de mi Viaje Apostólico a Benin, que como Sucesor de Pedro he realizado en la celebración de los ciento cincuenta años del inicio de la evangelización de esas tierras, donde he tenido además la ocasión de firmar y entregar a la comunidad eclesial la Exhortación Apostólica postsinodal Africae munus, fruto de la Segunda Asamblea Especial para el África del Sínodo de los Obispos. He querido por otra parte rendir homenaje y orar ante la tumba del cardenal Bernardin Gantin, hombre de Iglesia, y considerado Padre de la patria. Con la multitudinaria participación de fieles de Benin y otros países africanos, se han vivido momentos extraordinarios de oración y fiesta. Ha sido maravilloso el testimonio de cómo la fe logra unir a las generaciones y se puede responder así al reto de cada una de las etapas de la vida. He tenido igualmente ocasión de exhortar a todos a ser sembradores de esperanza en cada realidad y en cada ambiente, a ser constructores incansables de comunión, paz y solidaridad, para cooperar así en el plan de salvación de Dios para la humanidad.