La vigilia de oración del Papa con los jóvenes para preparar la misa de las familias del domingo tuvo lugar en la Plaza del Bano Josip Jelacic de Zagreb. 

En un emotivo acto que comenzó a última hora de la tarde, dos jóvenes, Daniel y Mateja, expusieron ante los demás las razones de su fe y su vivencia de la fe, y luego miles de fieles escucharon las palabras de Benedicto XVI.

"Vuestra juventud", continuó, "es un tiempo que el Señor os da para poder descubrir el significado de la existencia. Es el tiempo de los grandes horizontes, de los sentimientos vividos con intensidad, y también de los miedos ante las opciones comprometidas y duraderas, de las dificultades en el estudio y en el trabajo, de los interrogantes sobre el misterio del dolor y del sufrimiento".

Para todo ello la respuesta es Cristo: "El Señor Jesús no es un maestro que embauca a sus discípulos: nos dice claramente que el camino con Él requiere esfuerzo y sacrificio personal, pero que vale la pena. Queridos jóvenes amigos, no os dejéis desorientar por las promesas atractivas de éxito fácil, de estilos de vida que privilegian la apariencia en detrimento de la interioridad. No cedáis a la tentación de poner la confianza absoluta en el tener, en las cosas materiales, renunciando a descubrir la verdad que va más allá, como una estrella en lo alto del cielo, donde Cristo quiere llevaros. Dejaos guiar a las alturas de Dios".



¿Qué mejor ejemplo podía ponerles a los jóvenes croatas que el del Beato Iván Merz (18961928)? "Un joven brillante, metido de lleno en la vida social, que tras la muerte de la joven Greta, su primer amor, inicia el camino universitario. Durante los años de la Primera Guerra Mundial se encuentra frente a la destrucción y la muerte, y todo eso lo marca y lo forja, haciéndole superar momentos de crisis y de lucha espiritual. La fe de Iván se refuerza hasta tal punto que se dedica al estudio de la Liturgia e inicia un intenso apostolado entre los jóvenes. Descubre la belleza de la fe católica y comprende que la vocación de su vida es vivir y hacer vivir la amistad con Cristo", resumió el Papa.

La vida de Ivan Merz ha servido de guía durante años a miles de católicos croatas como ejemplo de decisión intelectual y personal por Jesús tras percibir en distintos ámbitos sociales el rechazo a Dios y la frialdad hacia la religión. Justo lo que viven hoy los jóvenes europeos, a quienes el Papa quiso poner el ejemplo de alguien que murió con 32 años tras vivir un cúmulo de experiencias generacionales terrible.

Merz proponía un programa muy sencillo pero muy eficaz para orientar cada día: "Nunca olvidarse de Dios. Desear siempre unirse a él. Cada día, preferentemente al alba, dedicarse a la meditación, a la oración, tal vez cerca de la Eucaristía o durante la santa misa. En esos momentos se han de hacer los proyectos para la jornada que comienza, se examinan los propios defectos, y se pide la gracia para superar todas las debilidades".

Iván Merz fue beatificado por Juan Pablo II en 2003 durante uno de sus tres viajes al país que está visitando por vez primera Benedicto XVI.