Como en todos los viajes pontificios, el que cursa a Croacia el Papa este fin de semana estará lleno de actos oficiales, encuentros con las autoridades civiles y la jerarquía católica del país, y discursos ante los fieles.
Así pues, las únicas palabras que pueden decirse "informales" que pronunciará Benedicto XVI en estas cuarenta y ocho horas son las del avión que le ha llevado hasta Zagreb, donde aterrizó a las once de la mañana. Y en ese encuentro con los periodistas que cubren la visita, ha querido dejar claro que entiende el escepticismo de muchos croatas ante la lentitud del proceso de adhesión a la Unión Europea y las reticencias de los 27, por un lado, y por otro ante lo que les espera una vez dentro: "Puede comprenderse ese miedo ante una burocracia extraordinariamente centralizada y ante la cultura racionalista que no tiene suficientemente en cuenta la riqueza de la diferenciada historia que ofrece Croacia", dijo.
Dado que la Santa Sede apoya el ingreso ("lógico, justo y necesario") de Croacia en la Unión Europea, cuyas instituciones son cada vez más cuestionadas por las opiniones públicas de los países, estas palabras de Joseph Ratzinger muestran su interés por que los países ex comunistas que se van incorporando a la construcción europea aporten una visión del continente y de su cultura más ajustada a su historia y tradiciones.
El doble varapalo sintoniza pues con la percepción de gigantismo e ineficacia sobre la UE de muchos europeos, y con el absurdo de haber renegado de sus raíces cristianas. "Desde sus primeros días, vuestra nación ha formado parte de Europa, y a contribuido de manera singular a los valores espirituales y morales que durante siglos han dado forma a la vida diaria y a la identidad personal y nacional de los europeos", ha recaldado el Papa, ya en tierra, ante el presidente croata, Ivo Josipovic, y el presidente de la conferencia episcopal croata, Marin Srakic, obispo de Dakovo-Osijek.
Aunque estas críticas han sido formuladas reiteradamente por la Santa Sede, chocan en particular en un momento de intensa negociación entre las partes, y serán recibidas con gratitud por el ejecutivo croata en la medida en que refuerzan su posición ante la Unión y al mismo tiempo dan salida al creciente desapego de la población a la incorporación.
Se conmemoran ahora veinte años de la independencia del país. En 1991 el Vaticano fue de los primeros estados en reconocerla, y Juan Pablo II visitó el país tres veces, entre otras cosas para la beatificación del gran héroe de la resistencia católica al comunismo, el cardenal Alojzije Stepinac, que pasó dieciséis años en la cárcel por oponerse al régimen de José Broz alias Tito.
Esta vez el principal motivo de la visita de Benedicto XVI a una nación con un 89,8% de católicos es bendecir el gran encuentro anual de las familias católicas croatas, que tendrá lugar el domingo en el hipódromo de Zagreb.