La firma de Guido Pozzo va en la Instrucción Universae Ecclesiae, tras la del cardenal William Levada, en cuanto secretario de la Comisión Pontificia Ecclesia Dei. Y también va en un artículo que publica este domingo L´Osservatore Romano y en el que monseñor explica con detalle el significado de dicha Instrucción, con la que el Papa completa y concreta el Motu Proprio Summorum Pontificum de 2007 para la universalización y liberalización de la misa tradicional, secularmente en vigor en la Iglesia hasta 1969.

En realidad la sustancia del mensaje está en la última línea, trascendental para entender cuál es la intención de Benedicto XVI: "La instrucción, en línea con el motu proprio, no afecta sólo a quienes desean continuar celebrando la fe en la misma forma en la que la Iglesia lo ha hecho sustancialmente durante siglos. El Papa quiere ayudar a todos los católicos a vivir la verdad de la liturgia para que, conociendo y participando en la antigua forma romana de celebración, comprendan que la constitución Sacrosanctum Concilium [del Concilio Vaticano II] quería reformar la liturgia en continuidad con la tradición".

La frase reviste gran importancia, pues supone, por parte de una alta autoridad de la Curia, la vinculación entre la "reforma de la reforma" de la liturgia que ha emprendido el Papa Joseph Ratzinger y la correcta hermenéutica del Concilio mismo.

El artículo de Pozzo cita también palabras de Juan Pablo II en el sentido de que "la sagrada liturgia expresa y celebra la única fe profesada por todos, y siendo herencia de toda la Iglesia no puede ser determinada por las Iglesias locales aisladas de la Iglesia universal", y de que "la liturgia no es jamás propiedad privada de nadie, ni del celebrante ni de la comunidad en la que se celebran los misterios" (encíclica Ecclesia de Eucharistia).

Todo, antes de afirmar, como hace el "número 2" de Levada en Ecclesia Dei, que "las dos formas, ordinaria y extraordinaria, de la liturgia romana, son un ejemplo de enriquecimiento recíproco. Quien piense y actúe en sentido contrario ataca la unidad del rito romano, tenazmente salvaguardada, y no lleva a cabo una auténtica actividad pastoral ni una correcta renovación litúrgica, sino que más bien priva a los fieles de su patrimonio y de una herencia a la que tienen derecho".

No se puede decir más claro: la misa tradicional o forma extraordinaria es un derecho de los fieles que no puede ser arbitrariamente restringido por los obispos. A evitarlo ha ido dirigida precisamente la Universae Ecclesiae, y a dejarlo claro este significativo artículo que se publica en el día en que, por primera vez desde 1969, se celebrará una misa tradicional en el altar mayor de la Basílica de San Pedro en el Vaticano.