Al final de la semana pasada, casi a la misma hora, dos exponentes de peso de la Iglesia católica, ambos chinos, expresaron dos juicios diferentes sobre el difícil momento que la Iglesia atraviesa en China.
El primero es el cardenal Joseph Zen Zekiun, que fue obispo de Hong Kong, hoy ya retirado, pero siempre muy atento a lo que acontece en su país.
El primero es el cardenal Joseph Zen Zekiun, que fue obispo de Hong Kong, hoy ya retirado, pero siempre muy atento a lo que acontece en su país.
El viernes 1 de abril el cardenal Zen publicó en "Asia News", la agencia on line del Pontificio Instituto para las Misiones Extranjeras, un vehemente acto de acusación contra el "triunvirato" que quisiera replicar con China la Ostpolitik practicada en el siglo pasado por el Vaticano con los regímenes comunistas. Una política de "diálogo a cualquier costo" – escribe Zen – desastrosa entonces y aún más desastrosa hoy, cuyo único resultado sería el de "hundir siempre más a los católicos en el fango de la esclavitud".
El triunvirato sometido a acusación por Zen está compuesto por el cardenal Ivan Dias, prefecto de la congregación para la evangelización de los pueblos, un "notario" de la misma congregación vaticana, y el padre Jerome Heyndickx, célebre sinólogo y estratega del grupo. Los tres actuarían – según Zen – contra la línea dictada por Benedicto XVI en su carta del 2007 a la Iglesia en China, y contra la opinión de la mayoría absoluta de la comisión que el Papa ha instituido para seguir la situación en China, de la cual el mismo Zen es parte.
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El segundo alto dirigente de la Iglesia que el mismo viernes 1 de abril tomó la palabra sobre el caso de la China es el arzobispo Savio Hon Taifai (en la foto), con una entrevista al diario de la conferencia episcopal italiana, "Avvenire", realizada por el vaticanista Gianni Cardinale.
Monseñor Hon, 61 años, es el primer chino que llega a cubrir un cargo superior en la curia romana. El pasado 23 de diciembre Benedicto XVI lo ha nominado secretario de la congregación para la evangelización de los pueblos, que tiene la competencia sobre todos los territorios de misión, incluida la China.
Originario de Hong Kong, alto, físico delgado, aspecto juvenil, monseñor Hon se define un "teólogo poco diplomático".
Efectivamente, en esta entrevista, que es la primera que concede hasta ahora, Hon expresa juicios muy directos. Sin esquivar ninguna cuestión. Describe con simplicidad incluso las visiones opuestas del cardenal Zen y del Padre Heyndrickx. Y no esconde estar más cerca del primero, aunque sin seguirlo en todo.
La entrevista de Hon está reproducida más abajo. Pero para contextualizarla es necesario antes resumir brevemente lo que ha sucedido en los últimos meses entre el gobierno chino y la Iglesia católica.
El pasado 30 de marzo ha sido ordenado en China, en Jiangmen, un nuevo obispo: Paul Liang Jiansen, 46 años. Su nombramiento ha sido "aprobado" por la Santa Sede y simultáneamente "autorizado" por las autoridades chinas.
Entre el 18 de abril y el 15 de noviembre del 2010 otros diez obispos han sido ordenados en China con la aprobación conjunta de Roma y Pekín, en las diócesis de Hohot, Haimen, Xiamen, Sanyuan, Taizhou, Yan´an, Taiyuan, Yuncheng, Nanchang, Zhoucun.
Pero en medio, el 15 de noviembre, en la diócesis de Chengde hubo una ordenación ilícita, es decir, realizada por intención del gobierno sin la aprobación del Papa. Era desde el 2006 que no se hacía en China una ordenación episcopal ilícita.
Y poco después, del 6 al 8 de diciembre, las autoridades chinas han reunido en Pekín una asamblea nacional de representantes católicos, en la que han participado 45 obispos muchos de los cuales aprobados por el Vaticano, y se han elegido los dirigentes de la conferencia episcopal y de la asociación patriótica: dos organizaciones que no son reconocidas por la Santa Sede.
La ordenación ilícita de Chengde y la asamblea de Pekín han sido desaprobadas por la Santa Sede con comunicados de tono muy fuerte, el 24 de noviembre y 17 de diciembre.
A continuación la entrevista de Gianni Cardinale al arzobispo Hon, tomada del "Avvenire" del 1º de abril.
– ¿Excelencia, cuales han sido las reacciones en su patria respecto a su nombramiento?
– Muy positivas en Hong Kong. He recibido muchas felicitaciones también de comunidades y obispos de China continental. Han considerado mi nombramiento como un verdadero y auténtico regalo de Navidad por parte del Papa.
– ¿Y del gobierno chino y de los organismos oficiales de la Iglesia?
– Ninguna reacción. Quizá es mejor así, como se dice en inglés: "no news, good news". No han querido expresar ningún juicio: ni positivo, ni negativo. Me parece un comportamiento de prudente espera.
– Usted ha viajado mucho en China continental. ¿Cuándo fue la última vez?
– Estuve en Shangai del 8 al 13 de diciembre pasado. Precisamente en coincidencia con la octava asamblea de los representantes católicos chinos que se tuvo en Pekín del 7 al 9 de dicho mes.
– ¿Que juicios ha recogido al respecto?
– Los amigos y los estudiantes con los que he hablado eran todos muy críticos. De todos modos, puede ser que alguno haya sido favorable, pero no quería decirlo frente a mí. He hablado también con aquellos que han regresado de Pekín. También ellos eran críticos conmigo. Y decían que habían sufrido enormes presiones para participar.
– En aquella ocasión la Santa Sede emanó un comunicado muy duro...
– Sí. Pero debo decir que no todos los participantes habían sido obligados a hacerlo. Hay quien lo ha hecho espontáneamente, como espontáneamente se adhieren a la política de "autonomía" de la Iglesia china respecto del Papa y de la Santa Sede.
– ¿También entre los obispos?
– Lamentablemente entre los obispos, también entre los reconocidos por Roma. En Pekín no pocos de ellos se precipitaron sobre el nuevo obispo de Chengde, consagrado ilícitamente pocas semanas antes, para felicitarlo, para tomarse fotos con él, y no estaban obligados a hacerlo. En resumen: en esta asamblea han participado 45 obispos, de una edad inferior a los 50 años.
– ¿Y qué conclusiones saca de esta constatación?
– Que, lamentablemente, ha crecido el número de oportunistas.
– ¿Y cuál es la causa?
– Un falta de formación adecuada en el clero. Pero también alguna laguna en la elección de los candidatos del episcopado. A veces no han sido promovidos los mejores, sino que se han preferido nombramiento de compromisos. Ya desde hace pocos años, los gobernantes chinos han comprendido que los obispos ilegítimos no serán jamás aceptados de verdad por los fieles, y así prefieren trabajar con el fin de que los sacerdotes fidelísimos a sus indicaciones sean consagrados obispos con el "placet" de la Santa Sede.
– Por lo tanto usted considera que es necesaria una mejor formación de los candidatos al sacerdocio y un más atento discernimiento de parte de la Santa Sede en la elección de los candidatos al episcopado. ¿Esto quiere decir que en los últimos años no ha sido siempre así?
– No es sólo una opinión mía. Frecuentemente en China continental he escuchado quejas de fieles y sacerdotes por elecciones episcopales por compromiso. Pero debo agregar que la Santa Sede siempre ha tenido, justamente, la preocupación de evitar ordenaciones ilegítimas.
– Y es difícil encontrar el equilibrio entre esta exigencia y la de evitar ordenaciones legítimas, pero sin concesiones.
– En efecto es así. Escoger buenos candidatos es difícil. El gobierno considera que el presentar listas de candidatos, aceptables desde su punto de vista, hace ya una gran concesión. Y si la Santa Sede rechaza dar el "placet" entonces amenaza de hacerlos consagrar de todas maneras…
– Como sucedió el pasado noviembre en Chengde.
– Sí, para mí ese ha sido un mensaje claro, el gobierno ha querido decir: en mi casa mando yo. Una señal que nos ha hecho retornar casi a los años cincuenta, como si algunos signos de diálogo que se han registrado no hubieran existido jamás.
– ¿Cómo recomenzar este diálogo?
– El gobierno chino tiene funcionarios muy preparados y hábiles en negociar y así deben ser también los interlocutores de nuestra parte. Pero antes que nada sería necesario entender si el gobierno quiere de verdad encontrar un acuerdo con la Santa Sede o no.
– Sobre esto, y sobre otras cosas, son divergentes las opiniones de dos grandes conocedores de la China: el cardenal Joseph Zen y el padre Jerome Heyndrickx. ¿Usted cómo evalúa este debate?
– El Padre Heyndrickx hace dos premisas. La primera es que el gobierno chino tiene buenas intenciones, incluso la de firmar un acuerdo con la Santa Sede. La segunda es que después de la carta del Papa a los católicos chinos del 2007 las llamadas comunidades clandestinas ya no tienen más razón de existir. Por otra parte el cardenal Zen, que conoce muy bien la realidad y la mentalidad china, no tiene mucha confianza en las autoridades comunistas. Él considera, con razón, que si el gobierno quiere suscitar esta confianza debe cumplir actos concretos que, sin embargo, hasta ahora no se han visto. Por ejemplo, dar a la Iglesia la libertad de escoger sus propios obispos. Además el cardenal Zen, y yo con él, considera que las comunidades clandestinas tienen razón de existir.
- Una última pregunta. ¿Por qué para los obispos ordenados ilícitamente y para quienes los consagraron no ha sido declarada la ex comunión?
– En realidad para quien recibe y para quien cumple una ordenación ilegítima está prevista la ex comunión inmediata. Pero puede haber elementos atenuantes, por ejemplo para quien es forzado a tener un rol en estos actos. Creo que la Santa Sede, antes de declarar públicamente la ex comunión, esté indagando los casos individuales para verificar estos atenuantes. Pero se trata de un proceso comprensiblemente delicado y largo.
– ¿Cuál es su juicio sobre estos obispos ilegítimos?
– Hay casos de candidatos que se hacen consagrar obispos ilícitamente teniendo por detrás el pensamiento de que en el lapso de poco tiempo, por su imploración, la Santa Sede concederá el perdón y la plena legitimidad. Es necesario estar atentos a oponerse a este tipo de cálculos. Pero dicho esto, siempre es necesario tener presente que la Iglesia es el Cuerpo de Cristo y si hay un pequeños pedazo de este Cuerpo que se está separando no hay que dejarlo irse sino que hay que buscar recuperarlo con justicia pero también con misericordia.