La guerra y las dificultades, las propias dudas, el encuentro con Jesús, son algunas de las vivencias personales que el Papa Benedicto XVI revive en el Mensaje para la Jornada Mundial de la Juventud Madrid 2011, que ha sido hecho público hoy por la Santa Sede.

En éste, el Papa recorre los años de su vocación, y propone su propia experiencia a los jóvenes, pues las aspiraciones de un joven “son las mismas en cada época”, y pueden resumirse en “el anhelo de una vida más grande” que no termine en “mediocridad”.

Los jóvenes, “como en cada época, también en nuestros días”, sienten el “profundo deseo de que las relaciones interpersonales se vivan en la verdad y la solidaridad”.

“Muchos manifiestan la aspiración de construir relaciones auténticas de amistad, de conocer el verdadero amor, de fundar una familia unida, de adquirir una estabilidad personal y una seguridad real, que puedan garantizar un futuro sereno y feliz”.

Sin embargo, afirma el Papa recordando su propia juventud, “veo que, en realidad, la estabilidad y la seguridad no son las cuestiones que más ocupan la mente de los jóvenes”.

“Sí, la cuestión del lugar de trabajo, y con ello la de tener el porvenir asegurado, es un problema grande y apremiante, pero al mismo tiempo la juventud sigue siendo la eda d en la que se busca una vida más grande”.

El Papa recuerda su juventud, que transcurrió entre la segunda guerra mundial y la inmediata posguerra.

“Al pensar en mis años de entonces, sencillamente, no queríamos perdernos en la mediocridad de la vida aburguesada. Queríamos lo que era grande, nuevo. Queríamos encontrar la vida misma en su inmensidad y belleza”.

Ciertamente, reconoce, “eso dependía también de nuestra situación. Durante la dictadura nacionalsocialista y la guerra, estuvimos, por así decir, “encerrados” por el poder dominante. Por ello, queríamos salir afuera para entrar en la abundancia de las posibilidades del ser hombre”.

Con todo, afirma, “este impulso de ir más allá de lo habitual está en cada generación. Desear algo más que la cotidianidad regular de un empleo seguro y sent ir el anhelo de lo que es realmente grande forma parte del ser joven”.

“¿Se trata sólo de un sueño vacío que se desvanece cuando uno se hace adulto? - se pregunta -. No , el hombre en verdad está creado para lo que es grande, para el infinito. Cualquier otra cosa es insuficiente”.

Citando a uno de sus pensadores favoritos, afirma: “san Agustín tenía razón, nuestro corazón está inquieto, hasta que no descansa en Ti. El deseo de la vida más grande es un signo de que Él nos ha creado, de que llevamos su huella”.


La juventud, reconoce el Papa en su mensaje, es también “una fase fundamental que puede turbar el ánimo, a veces durante mucho tiempo. Se piensa cuál será nuestro trabajo, las relaciones sociales que hay que establecer, qué afectos hay que desarrollar…”

Benedicto XVI vuelve de nuevo a sus años juveniles, y comparte con los jóvenes sus propias vacilaciones y dudas.

“En cierto modo, muy pronto tomé conciencia de que el Señor me quería sacerdote. Pero más adelante, después de la guerra, cuando en el seminario y en la universidad me dirigía hacia esa meta, tuve que reconquistar esa certeza”, explica.

“Tuve que preguntarme: ¿es éste de verdad mi camino? ¿Es de verdad la voluntad del Señor para mí? ¿Seré capaz de permanecerle fiel y estar totalmente a disposición de Él, a su servicio?”

La decisión al sacerdocio no fue fácil: “Una decisión así también causa sufrimiento. No puede ser de otro modo. Pero después tuve la certeza: ¡así está bien! Sí, el Señor me quiere, por ello me dará tambi&e acute;n la fuerza. Escuchándole, estando con Él, llego a ser yo mismo. No cuenta la realización de mis propios deseos, sino su voluntad. Así, la vida se vuelve auténtica”.


Otro de los “tesoros” de su experiencia de joven que el Papa quiere compartir es el del encuentro personal con Jesús, una “perla preciosa” que de alguna forma ha querido transmitir con sus libros sobre Jesús de Nazaret, del que la próxima semana santa se publicará el segundo volumen.

“A muchos se les hace hoy difícil el acceso a Jesús. Muchas de las imágenes que circulan de Jesús, y que se hacen pasar por científicas, le quitan su grandeza y la singularidad de su persona”, afirma el Papa.

Por ello, “a lo largo de mis años de estudio y meditación, fui madurando la idea de transmitir en un libro a lgo de mi encuentro personal con Jesús, para ayudar de alguna forma a ver, escuchar y tocar al Señor, en quien Dios nos ha salido al encuentro para darse a conocer”, añade.

“El encuentro con el Hijo de Dios proporciona un dinamismo nuevo a toda la existencia. Cuando comenzamos a tener una relación personal con Él, Cristo nos revela nuestra identidad y, con su amistad, la vida crece y se realiza en plenitud”, afirma el Papa a los jóvenes.

“Queridos jóvenes, aprended a “ver”, a “encontrar” a Jesús en la Eucaristía, donde está presente y cercano hasta entregarse como alimento para nuestro camino; en el Sacramento de la Penitencia, donde el Señor manifiesta su misericordia ofreciéndonos siempre su perdón. Reconoced y servid a Jesús también en los pobres y enfermos, en los hermanos que están en dificultad y necesit an ayuda”, concluye.