La Cuaresma ya está en marcha y los creyentes están inmersos en unas semanas propicias para la conversión y la meditación de los grandes misterios que la Iglesia celebrará: la muerte y resurrección de Jesucristo.
Es por tanto la Cuaresma un tiempo para que el hombre sea por un lado consciente de su finitud y su estancia temporal en este mundo, y por otro de la eternidad a la que está llamado a vivir junto a Dios tras la muerte.
“El hombre es creado para alabar, reverenciar y servir a Dios Nuestro Señor, y por este medio salvar su alma. Las demás cosas sobre la faz de la tierra son creadas para que ayuden al hombre a alcanzar el fin para el cual fue creado”, se dice en los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola.
Para este gran santo una de las principales herramientas para estar cerca de Dios y renunciar a la realidad del pecado es la meditación sobre los Novísimos: muerte, juicio, infierno y cielo.
De cara a esta Cuaresma, el padre Ed Broom, religioso oblato y gran divulgador de temas de espiritualidad, invita precisamente a dedicar un rato a meditar esta Cuaresma acerca de los Novísimos.
Además, el añade otro tema relacionado para la reflexión: el purgatorio, un lugar temporal de purificación que finalmente conduce al cielo.
A través de estos cinco aspectos, los cuatro novísimos, y el purgatorio, este religioso ofrece en Catholic Exchange 10 breves y sencillas meditaciones sobre la muerte y la eternidad:
1. ¿Qué es la muerte?
Una definición breve y concisa de la muerte: "la separación del alma del cuerpo". Esta es la definición teológica de la muerte.
2. ¿Cuándo moriremos?
El padre Broom afirma que un buen proverbio que aprendió de una anciana y santa en Argentina lo dice todo: “la muerte es lo más cierto, pero es lo más incierto”. Este dicho enseña que todos un día morirán, pero no saben ni el día ni la hora.
Las vidas de los santos, como por ejemplo la de San Ignacio de Loyola, son una ayuda para los cristianos.
3. Las dos peores cosas
Las dos peores cosas que pueden pasar son cometer un pecado mortal, y sobre todo, morir en este estado de pecado mortal. “Si cometemos un pecado mortal, siempre hay esperanza; siempre podemos volver a Dios a través del arrepentimiento y la confesión. Sin embargo, si morimos en pecado mortal, ¡perdemos nuestra alma inmortal por toda la eternidad!”, recuerda el religioso oblato.
4. La enseñanza de Jesús sobre la muerte
En toda su predicación y en muchas de las parábolas con las que enseñaba a los discípulos Jesús insistía una y otra vez en la importancia de estar vigilantes, es decir, estar listos y en guardia.
Esto queda todavía más claro en el discurso escatológico que recoge el evangelista San Mateo en los capítulos 24 y 25. “Velad, pues, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor”, afirma Cristo, para unos versículos después añadir: “también vosotros estad preparados porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre”. E incluso un poco más adelante Mateo recoge otro aviso insistente: “velad, pues porque no sabéis ni el día ni la hora”.
5. Los santos y la realidad de la muerte
Muchos de los santos han meditado sobre la realidad de la muerte. Por ejemplo, San Alfonso María de Ligorio escribió un libro titulado Preparación para la muerte. Los santos insistieron en vivir cada día como si fuera el último de su vida. Algún día esto será una realidad, pero no sabemos cuándo, y es por ello por lo que hay que estar preparado.
6. Vida y muerte
En La Imitación de Cristo, el clásico de Thomas de Kempis, se afirma: “No es importante una vida larga, sino una vida santa”. Por su parte, San Ignacio de Loyola reitera esto mismo en Principio y Fundamento: “no es importante la salud a la enfermedad, la larga vida a la corta, la riqueza a la pobreza, los honores a las humillaciones, sino que salvemos nuestras almas”.
7. Perseverar en la gracia hasta el final
Es muy importante pensar seriamente en la vida de uno mismo en este momento y en la posibilidad de perder la gracia. De este modo, el padre Broom exhorta a pedir con todo el fervor posible, por intercesión de la Virgen María, la gracia de la perseverancia final. Decía San Alfonso: “la gracia de todas las gracias es morir en estado de gracia”.
8. Llamada a la conversión
Meditar sobre la cruda y sobria realidad de la muerte debe impulsar a cavar profundamente en los rincones más recónditos del corazón para localizar cuál es el mayor obstáculo para alcanzar tu salvación eterna. Acerca de esto el sacerdote oblato recuerda que las primeras palabras de Jesús en su vida pública fueron: “el tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva (Mc 1, 15)”.
9. Mantenerse despierto
“El rey Saúl era famoso. Tenía poder, tenía lujo y placer. Todo esto puede ser obstáculo en la vida de un seguidor de Jesucristo. ¡Abre los ojos y sé consciente de los muchos tentáculos insidiosos que el diablo puede usar para atraparte! ¡Mantente despierto y estate atento!”, recomienda el padre Ed Broom.
10. Desánimo y desesperación
Santa Faustina Kowalska, en Diario: Divina Misericordia en Mi Alma, afirma que el peor de todos los pecados es el de no confiar en la infalible y todopoderosa misericordia de Dios. El salmista enseña: 'Dios es lento a la ira y rico en misericordia'. A pesar de las debilidades, limitaciones y muchos fracasos, nunca hay perder la confianza en Dios”.