César R. Falcón había sido educado en un ambiente católico donde la devoción mariana era un elemento importante, pero ya siendo adulto vivió ajeno a la fe hasta que se hizo pentecostal. Ahí intentó olvidar cualquier enseñanza mariana de su infancia, creyendo incluso que sería algo malo para sus creencias. Pero finalmente acabó sucumbiendo al poder del Rosario y regresando a la Iglesia Católica.
En un bello artículo en Catholic Stand explica las diferentes dimensiones en la que el Rosario ha transformado y cambiado su existencia, siendo para él la gran arma con la que luchar contra Satanás.
“Cuando comencé a leer la Biblia estaba tan fascinado por su belleza e infinito tesoro. Siempre surgía una pregunta en mi mente: ‘¿Por qué la Virgen María nos pide que recemos el Rosario todos los días? ¿Por qué no leer la Biblia todos los días?’”, se preguntaba.
Falcón relata que trataba de ahogar esta herencia de la Virgen en su infancia “leyendo muchos artículos anti-marianos en Internet, incluso compré un libro anti-mariano que etiquetaba las apariciones marianas como satánicas. Pero en el fondo, me sentía impotente”.
Sin embargo, reconoce que “después de mucha lucha, cuestionamiento y encontrar respuestas a mis preguntas candentes, un día estaba limpiando nuestra habitación y abrí algunas cajas que llevaban guardadas muchos años. Saqué un pequeño sello con una imagen de María. Leí las palabras: ‘Jesús dijo: ‘Ama a mi Madre tanto como yo la amo’”.
Esas palabras impactaron en su interior. De hecho, asegura que le golpearon “como una bomba atómica que hizo estallar todas mis ideas anti-marianas. No tenía ninguna duda de que era un mensaje de Dios para mí, una respuesta a mi oración y la búsqueda de la verdad sobre la devoción mariana. Eso fue el 30 de noviembre de 2014, dos años después de mi conversión a Cristo el 24 de octubre de 2012. A partir de ese día, tomé mi devoción mariana con todo mi corazón”.
Y por ello, Falcón quiere hablar desde su propia experiencia de algunas delas abundantes bendiciones de la devoción al Rosario:
El rosario como alimento espiritual
Al principio, escribí mi impresión de cada misterio en una ficha y lo leía antes de proceder a recitar cada misterio. Me sentía como un niño sosteniendo un plato lleno de comida preparado por su madre. Rezar y meditar sobre cada misterio era como masticar y digerir la Palabra de Dios.
Como llevar la Biblia en una cuerda
Esta imagen fue tomada del P. Ronan Murphy. Dondequiera que voy siempre tengo un rosario en el bolsillo. Cuando salgo de casa, espero un coche y doy un paseo, rezo usando mi pequeño Rosario. Es la mejor manera de centrar nuestro corazón en Dios durante nuestras actividades diarias.
Como arma espiritual
Un obispo nigeriano, monseñor Oliver Dashe Doeme aseguró que en medio del empeoramiento de la situación en Nigeria, donde grupos islámicos radicales como Isis y Boko Haram estaban lanzando su ataque contra personas inocentes, alrededor de 3,8 millones de personas sufrían desnutrición y fueron desplazadas a causa del ataque, tuvo una visión de Jesús, que le entregó una espada, y cuando la tomó, se transformó en un rosario en su mano. Esta no es una idea nueva, vimos en la historia de Santo Domingo y de otros muchos santos el poder del rosario como arma contra las fuerzas oscuras.
Como un álbum de Jesús
Imagina un niño sentado en el regazo de su Madre y juntos miran las imágenes de Cristo en el álbum. La Virgen María te está contando historias sobre Jesús, desde la Anunciación hasta su Bautismo y su Pasión, Muerte y Resurrección. Es un álbum que te permite formar parte de sus historias y hacer germinar esas historias en tu corazón y en tu mente.
Como un ramo de flores
Rosario, del latín “rosarium”, significa jardín de rosas. Como católicos siempre asociamos a María con las rosas. San Luis de Montfort solía enfatizar que cada vez que rezamos el rosario, estamos ofreciendo flores a la Virgen. Hay mucho significado en una flor como expresión de amor y devoción.
Como una honda de David
Leemos en Samuel 17 que los israelitas estaban aterrorizados en la batalla cuando vieron al gigante Goliat desafiando a cualquiera a pelear con él y cómo durante cuarenta días ese desafío continuó.
Un día, su padre ordenó a David, un niño pastor, que entregara comida a sus hermanos guerreros. Al llegar al campo de batalla se indignó al ver a Goliat blasfemar contra Dios. “¿Quién es este filisteo incircunciso que blasfema contra Dios?”, preguntó. David se ofreció como voluntario para luchar contra Goliat y fue llevado ante Saúl, quien le dio la armadura y la espada, que David rechazó porque eran demasiado pesadas. Tenía más confianza en Dios que en cualquier otra cosa. El joven tomó solo su honda (aquí tenemos el rosario) como arma, y recogió cinco piedras (cinco misterios) del arroyo (la Palabra de Dios). El resto es historia.
El Santo Rosario ha vencido a muchos Goliats, tal y como se refleja en la historia. Tenemos la historia de Lepanto en 1571 y la Revolución Edsa de Filipinas en 1986, y muchas historias en la vida de los santos.
Como una gota de agua sobre una superficie dura
Una pequeña gota de agua que golpea constantemente durante un período de tiempo puede destruir una superficie dura. Hay poder en la repetición. Hay una capa más profunda de conciencia donde tiene lugar la trascendencia. Por ejemplo, en mi propia experiencia. Desde la infancia muchas veces oí hablar de la historia de la Encarnación, la razón por la que celebramos la Navidad. Pero es en mi meditación en el tercero de los misterios gozosos donde he podido comprenderlo profundamente.
Fue una revelación explosiva que dio un significado profundo a la Navidad. No solo la Navidad, sino también la meditación sobre otros misterios cristianos como la Resurrección, la Institución de la Eucaristía y otros que también trajeron un impacto profundo en mi vida. Al rezar el Rosario comprendí completamente lo que significaba la palabra revelación personal de Dios. La experiencia más poderosa fue cuando el tercer misterio luminoso golpeó la profundidad de mi conciencia. “Lo que ojo no vio, ni oído oyó, y lo que no entró en el corazón humano, es lo que Dios ha preparado para los que le aman” (1 Corintios 2: 9).
Como arma explosiva contra el pecado
Únicamente uno de los misterios sagrados del Rosario cuando se contempla profundamente y llega al corazón es suficiente para causar un cambio profundo en un individuo. ¡Sólo uno! al menos, sólo uno de los veinte misterios del Rosario, meditado profundamente, resultará ser una bomba que destruye el pecado en el individuo. ¡Qué cambio tan genuino sería si meditáramos así en los veinte misterios!
Como dimensión holográfica de las realidades espirituales
Cada misterio contiene todos los demás misterios. En el Rosario cada parte se hace eco de la imagen total. Vemos la pasión y muerte de Cristo en la Anunciación, hay Resurrección en el Bautismo y Coronación en las Bodas de Caná. Cada misterio contiene todos los demás misterios. Una vez más, el límite es nuestra propia imaginación.
Como camino a la sabiduría eterna
“La amé y busqué desde mi juventud. Intenté tomarla por esposa y me enamoré de su belleza”. (Sabiduría 8: 2) El Rosario es una contemplación de Jesús, la Sabiduría encarnada (1 Corintios 1:24). Hay un abismo de sabiduría divina en el Rosario.
Como escuela de oración
El Papa Francisco usó esta imagen del Rosario. Somos como un jardín de infancia espiritual que aprende la fonética de la oración que agrada a Dios porque está centrada en Su Hijo. Es una escuela de Fiat: decir Sí a Dios en todo. La salvación del mundo iniciada por el Fiat (Sí) de la Virgen en Nazaret.
Como planeador para la contemplación
Meditar los misterios es como batir nuestras alas para volar hacia el Sol. Pero a veces, Dios infunde algunas percepciones, imágenes o ideas intuitivas que llegan sin esfuerzo a nuestra conciencia, una experiencia que llamamos contemplación. Es una experiencia profunda, como encontrar la alegría de planear sin esfuerzo después de mucho batir nuestras alas.
Como puerta al silencio
En mi propia experiencia, me resulta muy difícil lograr el silencio mental. Mi mente sigue hablando día y noche incluso cuando duermo. Pero cuando leí a Santa Teresa de Lisieux, al menos aprendí, primero, a silenciar mi voluntad en una forma de entrega total a Dios. En segundo lugar, el silencio del ego: una certeza absoluta de mi propia indignidad. En tercer lugar, el más importante es el silencio de los deseos distintos de Dios. Cuando domina el tercero, su mente aún puede parlotear, pero el parloteo está dirigido a Dios.
Lograr el silencio mental es complicado. Pero el método de Santa Teresa es como entrar en el silencio pasando por la puerta trasera de nuestra conciencia. La clave es la entrega total a Dios.