San Lucas es el autor del Evangelio de Lucas y de Hechos de los Apóstoles. Lucas mismo explica al inicio de su Evangelio lo que busca y cómo lo hace: "Muchos han intentado narrar ordenadamente las cosas que se han verificado entre nosotros, tal como nos las han transmitido los que desde el principio fueron testigos oculares y servidores de la Palabra, he decidido yo también, después de haber investigado diligentemente todo desde los orígenes, escribírtelo por su orden, ilustre Teófilo, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido".
Así, Lucas no se basa en sueños ni en rumores ni en teologías: escribe "ordenadamente" cosas que ha "investigado diligentemente" a partir de "testigos oculares" para que quede claro que sus enseñanzas son sólidas. No es un cronista (porque no estuvo presente mientras sucedían los hechos, excepto en algunos capítulos que mencionan a San Pablo y sus viajes conjuntos) sino que es un periodista de investigación: ha hablado con testigos. Posiblemente consiguió hablar con la Virgen María de quien dice dos veces: "María guardaba todas estas cosas en su corazón".
En su carta a los Colosenses, Pablo lo llama «Lucas, el querido médico». Probablemente Lucas era sirio de Antioquía. También su vocabulario muestra que sabía de medicina. No tuvo mujer ni hijos y según la tradición murió mártir a los 84 años en Beocia (Grecia).
San Ireneo de Lyon, que fue discípulo de Policarpo, quien fue discípulo de San Juan Evangelista, escribió que "Lucas fue inseparable de Pablo, y que fue su colaborador en el Evangelio lo declara él mismo, no por vanagloria, sino obligado por la verdad misma. También cuenta los hechos de sus andanzas con Pablo, y puesto que Lucas estuvo presente en todas estas circunstancias, él mismo las puso por escrito cuidadosamente".
Parece que Lucas empezó a viajar con Pablo en Filipos, en el año 51, apenas 18 años después de la Resurrección, aunque ya conocía de antes el mensaje cristiano y a los discípulos. Le acompañó hasta su viaje a Jerusalén, en el año 58. También le acompañó del año 60 al 66, cuando Pablo fue apresado y llevado a Roma.
Lucas escribe sus textos como otros historiadores de esa época, pero consciente de que escribía no sólo para sus contemporáneos sino para lectores de tiempos futuros. Era un hombre culto, que sabía escribir y pensar también en el público alejado del judaísmo.
Guercino, en este cuadro de 1562 o 1563, muestra a San Lucas como pintor de iconos de la Virgen; muchos iconos orientales lo hicieron antes.
En la simbología cristiana se le representa como un toro alado en los Tetramorfos (símbolo tomado de Ezequiel 1,10 y de Apocalipsis 4,6-7). Se dice que fue el que pintó el primer icono de la Virgen María, y que muchos iconos se basaron en su imagen. Así, es santo patrono de artistas y pintores y de médicos.
Siendo un santo popular desde la Antigüedad, muchos otros colectivos lo han tomado como patrono: solteros, carniceros, encuadernadores, cerveceros, notarios, orfebres, trabajadores del vidrio y otros...
Puesto que Lucas viajaba, investigaba y se puede parecer al hombre moderno en su visión greco-occidental de las cosas, varios novelistas lo han tomado como protagonista de sus novelas, como es el caso de la novelista Taylor Caldwell en 1958 (Médico de cuerpos y almas) y del novelista y médico Frank G. Slaughter en 1976 (Camino a Bitinia, donde se nota que Slaughter sabe de medicina y de sus retos). Es curioso que el novelista Mika Waltari no se apoye en este personaje en Marco el Romano, su novela sobre los Apóstoles, quizá porque ya usó a un médico viajero como protagonista de Sinuhé el Egipcio. En España se apoya en Lucas el libro El Manuscrito de Antioquía, de 2019, de Miguel Ángel Velasco (que se centra más en su vertiente de periodista).
En 2018 el actor Jim Caviezel interpreta a Lucas en la película Pablo, el Apóstol de Cristo, como testigo de la persecución de Nerón contra los primeros cristianos de Roma. Es la aproximación más detallada al santo evangelista en el cine. El actor explicó con detalle cómo se preparó e investigó al santo.