El Santo Padre murió en Úbeda, la noche del 13 al 14 de diciembre de 1591, luego de incontables dolores y desprecios de varios de sus hijos. Fue sepultado allí mismo, pero por poco tiempo. El Oídor del rey, Luis de Mercado y su hermana, Ana de Peñalosa (amiga y dirigida del santo) reclamaron el cuerpo para que fuera sepultado en Segovia, el convento edificado por el santo y donde el mismo santo había profetizado al ser trasladado, que Doña Ana "procuraría su regreso". El General, Nicolás Doria, había consentido y convenido con ellos que, donde quiera que muriese el santo, sería trasladado a Segovia.
En septiembre de 1592, con mucho sigilo (para que no lo supieran los frailes y el pueblo) el prior y dos frailes junto a Juan de Medina Ceballos, un alguacil comisionado por Luis de Mercado para el asunto, desenterraron al santo. El cuerpo se hallaba fresco aún, aunque casi hacía un año de su tránsito. Se constató que olía bien, emanaba algún tipo de óleo y que la llaga de su pierna manaba hilillos de agua sanguinolenta aún. Viendo que en este estado era imposible llevárselo ocultamente, pues no se atrevían a desmembrarlo, decidieron enterrarlo de nuevo, aunque poniéndole cal viva para que se consumiese pronto la carne y quedara el hueso pelado. Antes, y para consolar a Doña Ana con una reliquia, le arrancaron el dedo índice de la mano derecha al santo. Y he aquí que del corte manó sangre abundante, que fue recogida en paños.
Medio año esperaron para volver a desenterrar al santo para llevárselo a Segovia. En abril de 1593. Igualmente de noche y en secreto, el cuerpo volvió a ser desenterrado y he aquí que hallaron que la cal no había dañado nada al cuerpo del santo, que seguía emanando aquel óleo. Esta vez no decidieron enterrarlo, sino que Ceballos prefirió arriesgarse y cumplir su cometido. Primero le cortaton una mano y otros dedos al santo, para repartirlos como reliquias, y luego envolvieron al santo en lienzos y partieron rumbo a Segovia. Algunos testimonios dicen que fray Bartolomé dc San Basilio, religioso del convento, oyó en sueños que una voz le gritaba "Levántate y acude aprisa que se llevan el cuerpo del santo padre fray Juan". Despertó y corrió a la iglesia, donde el subprior no le dejó entrar, para que no viera lo que pasaba, pero que él sabía por revelación estaba pasando. Caso asombroso fue el de Clara de Benavides, otra conocida del santo, quien después de la muerte del santo, siempre se sentaba junto a la sepultura de este para oír misa. La primera vez que esta señora fue a la misa después que trasladaran de allí el cuerpo, sintió una soledad muy grande y tuvo la intuición de "Nos han quitado de aquí el santo cuerpo". Preguntó al suprior y este le dijo que no se había movido al santo pero tanto insistió ella, que el P. Fernando le reveló lo ocurrido y que las reliquias iban camino de Segovia.
El secreto traslado sucedió con algunos sucesos extraños, como el buen olor que despedía el cuerpo y que atraía a muchos curiosos, aún de lejos. En otra ocasión estaban descansando cuando vieron aparecer un extraño perro blanco, que les hacía gestos para que se fuesen del lugar donde estaban, como así hicieron enseguida, previendo algún peligro. La furtiva comitiva llegó a Madrid, donde por indicación de Ana de Peñalosa, se dirigió al convento de las carmelitas descalzas, al tiempo que mandaba decir al padre Blas de San Alberto, Definidor y Vicario General, que fuera al mismo convento. Así, Doña Ana, el Definidor y las reliquias del santo llegaron al mismo tiempo adonde las descalzas. Mandaron avisar a la priora, Ana de Jesús, la cual en su celda ya había sentido el olor de las reliquias del santo y ya iba a la portería sin necesidad de avisto alguno.
Entraron el santo cuerpo a la clausura y lo descubrieron ante las monjas convocadas a ello. Todos veneraron el santo cuerpo, admirados de su incorrupción. Fray Blas, Don Luis y Doña Ana convinieron resarcir a Úbeda por el traslado y darles alguna reliquia, así que le cortaron el pie llagado y envuelto en ricas telas lo enviaron a Úbeda con el padre Francisco "el Indigno". De este pie sacaron dos huesos las monjas de Sabiote, donde descansó el buen padre antes de llegar a Úbeda. Otras reliquias se arrancaron en todo este trayecto, pero no me detengo en ello por no hacerlo tedioso.
Doña Ana cortó un brazo al santo para quedárselo ella, puso otro hábito al santo y lo mandó al convento de Segovia con el mismo sigilo que hasta ahora. Pronto se corrió el rumor en la ciudad de que las reliquias del santito fray Juan habían llegado a la ciudad, y muchos devotos aparecieron por el convento. Y fueron tantos que los frailes tuvieron que exponer el cuerpo sobre un altar improvisado. Fue necesario poner guardias para que los devotos no arrancaran trozos al santo mientras pasaban sus rosarios y estampas, objetos que quedaban impregnados del olor de las reliquias. Numerosos milagros se obraron en aquella espontánea sesion de devoción.
Entretanto se abrió un arco en la pared cerca del altar de Nuestra Señora, poniendo un tabique luego, para no dejarle expuesto, entretanto se decidía que hacer (hay que recordar que ni siquiera se había iniciado un proceso de canonización). Aun desde su humilde lugar "aquellos santos huecesicos habían de hacer milagros", como había profetizado Santa Teresa. Muchos devotos sanaron de sus males, sobre todo los aquejados de mal de articulaciones y rodillas. Se cuentan muchos portentos, que omito en aras de la brevedad. Y no solo allí, sino en Salamanca u otras ciudades, quienes invocaban al santo hallaban su remedio.
Ante esto, en unos meses los frailes decidieron quitar el tabique de la pared y hacer algo más decente. Se hizo un arco de yesería y se adornó un poco. Cuando se hizo el arreglo se constató que la humedad del sitio había podrido el hábito del santo. Se aprovechó y se abrió al santo por el costado, viéndose todas las entrañas solidificadas y con color. No se vistió el cuerpo con otro hábito, sino que se le cubrió con un manto de seda de una imagen de la Virgen, volviéndose a poner el arca en el mismo sitio. En 1606 los religiosos estrenaron iglesia y en la capilla de la Virgen Doña Ana mandó poner un nicho decorado, y el 21 de mayo se trasladó solemnemente (esta vez sí) el cuerpo del santo a la iglesia, dentro de una bella arca, decorándose además la capilla.
El santo padre fue beatificado el 25 de enero de 1675 por Clemente X y canonizado el 27 de diciembre de 1726 por Benedicto XIII, después de estupendos milagros. Su fiesta se fijó en principio a 14 de diciembre, pero en 1732, cuando se aprobó el Oficio Propio, se pasó al 24 de noviembre, para que no cayera ni el día ni la Octava en Adviento. Con la Reforma del Calendario de la Iglesia en 1969, volvió al 14 de diciembre, aunque en algún sitio aún mantienen la memoria del 24 de noviembre. En 1735 el papa autorizó la celebración de la Traslación. En 1738 extendió la fiesta litúrgica de San Juan de la Cruz a toda la Iglesia. El 24 de agosto de 1926, el Beato Pío XI proclama al santo Doctor de la Iglesia. En 1927 se aprobó el nuevo Oficio Propio, renovado posteriormente. Ese mismo año las reliquias del santo se trasladaron a la nueva arca de mármol y bronce donde aún hoy son veneradas. La Fiesta de la Traslación del Santo ya no es celebrada por los carmelitas, ni por la Iglesia de Segovia, que la suprimió de su calendario.
Fuentes:
-"Vida, Virtudes y Milagros del Santo Padre Fray Juan de la Cruz". FR. ALONSO DE LA MADRE DE DIOS.
-"Historia del Carmen Descalzo". FR. SILVERIO DE SANTA TERESA.
A 21 de mayo además se celebra a:
San Constantino I, emperador.
Beata Richezza de Polonia, reina y viuda.
San Eugenio de Mazenod, obispo fundador.
Y además podéis leer:
De la Invención y Traslación de reliquias en la Iglesia.
La Invención de las reliquias de San Esteban.
La Invención de Santiago Apóstol.
La Traslación de Santiago Apóstol.
La Traslación de San Gregorio Nacianceno.
La Traslación de San Phantalo.
La Traslación de los Reyes Magos.
La Traslación de Santa Juana de Lestonnac.
La Traslación de Santo Tomás de Aquino.
La Traslación de San Mateo Evangelista.
La Traslación de San Juan de Mata.
La Traslación de Santa Isabel de Hungría.