San Artaldo de Belley, obispo cartujo. 8 de octubre y 17 de noviembre (traslación de las reliquias).

Nació en Verona, en 1101. Fue educado por su familia, según la costumbre, en un ambiente austero y de rigor. Era muy piadoso y aplicado en el estudio, y todos se hacían lenguas de su bondad y auguraban para él un brillante porvenir. Sin embargo, con solo 22 años, Artaldo decidió abandonar el mundo y buscar "la perla valiosa". Tomó el hábito cartujo en Las Puertas, comenzando una vida de oración y silencio. Siendo novicio ya tuvo sus primeros éxtasis, y luego de ser ordenado, celebraba la misa con gran devoción, alcanzando grandes consuelos de Dios.

En 1130, el prior de la Gran Cartuja, Dom Guigo, le eligió para la fundación de la Cartuja de Arviers, designándole además prior de la misma. En 1132 fundaban en una soledad agreste, donde solo los animales salvajes se habían aventurado antes. 10 años vivieron los monjes entre grandes privaciones hasta que en 1142 el obispo Arducio logró construyeran un monasterio en mejor sitio, con mejores condiciones para la vida cartuja. En el nuevo recinto la vida comunitaria continuó su vida sencilla y callada, que Artaldo cultivó en sus monjes durante más de 50 años.

En 1188, teniendo el santo ya 87 años de edad, fue elegido obispo por el clero de Belley, tras la muerte de su prelado, Raynaldo, que también había sido monje cartujo. La primera reacción de nuestro santo fue huir a una cueva para orar y no aceptar aquella cruz, pero los clérigos que habían ido a buscarle al monasterio fueron guiados hasta su escondite por una luz sobrenatural, que muchos pudieron comprobar cuando iban acercándose al sitio. Este portento le hizo aceptar con humildad, siendo consagrado obispo con júbilo del pueblo. Fue un prelado solícito y ejemplar, pero sin embargo, a causa de su avanzada edad hubo de renunciar al episcopado a los pocos años, teniendo 95 años. El papa Clemente III aceptó la renuncia y Artaldo volvió a su monasterio de Aviers, donde vivió como un monje más. 

En 1200 le visitó San Hugo de Lincoln (17 de noviembre) cuando volvía de Roma y antes de volver a Inglaterra, aunque tenía que desviarse de su camino. Cuéntase que estaba Hugo comentando acerca de sus negociaciones sobre la paz entre Inglaterra y Francia, cuando Artaldo le dijo: "Señor y padre mío: oír asuntos relativos al mundo es lícito a los obispos, pero no lo es a los monjes; tales asuntos no deben entrar en el claustro ni en las celdas; dejar la ciudad para llevar noticias a la soledad, no es lícito". Y Hugo, con una sonrisa, cambió el tema de la conversación hacia temas espirituales y de edificación.

Artaldo aún vivió hasta 1206, llegando a sus 105 años con lucidez. En octubre de ese año quiso descansar por primera vez, y fue llevado a la enfermería. Sabiendo que su fin (o su inicio) estaba cerca, reunió a los monjes y les dijo: "Creced en virtudes, a fin de que la santidad se perpetúe de edad en edad en esta Casa por las buenas tradiciones que dejaréis a los que vendrán en pos de vosotros; amaos los unos a los otros; que la caridad sea el lazo que os una a todos siempre en Jesucristo". Recibió los Sacramentos y luego de comulgar tuvo un éxtasis en el que parecía haber rejuvenecido. Se puso de rodillas para besar un Crucifijo y así expiró.

El cuerpo fue enterrado en el claustro, entre la puerta de la Iglesia y la puerta de la Sala Capitular. En 1640 el obispo de Belley trasladó sus restos a un arca. Llegada la Revolución, en 1972 el monasterio fue saqueado y destruido, pero las reliquias se salvaron. Aunque nunca fue canonizado formalmente, la veneración de sus reliquias fue permitida, y pronto se hizo ver la santidad de Artaldo, gracias a los numerosos milagros que ocurrrían. Por ello, el 2 de junio de 1834 el Papa Gregorio XVI autorizó el culto para la diócesis de Belley, admitiendo la composición de un Oficio Litúrgico propio. En 1859 la Orden Cartuja incluyó su memoria en su liturgia propia. El 17 de noviembre de 1896 las reliquias fueron trasladadas solemnemente a la iglesia parroquial de Aviers, depositándose en un bello relicario costeado por la Cartuja de Solignac.

Fuente:
"Santos y Beatos de la Cartuja". JUAN MAYO ESCUDERO. Puerto de Santa María, 2000.

A 8 de octubre además se celebra a
San Juan Calabria, presbítero fundador.
Nuestra Señora, la Virgen del Buen Remedio.