San Léry de Bretaña, abad. 30 de septiembre.
Según su leyenda nació en el siglo VII, en Britania, donde llevó una vida virtuosa hasta tal punto que se hizo muy famoso. Para huir de ello cruzó el mar para vivir como un ermitaño solitario en Bretaña. Fue discípulo de San Elouan (28 de agosto) y luego de la muerte de este ocupó su ermita, con el beneplácito del obispo San Bili (24 de noviembre) y del rey San Judicaël (16 de diciembre).
Además de vivir como eremita, Léry predicó el Evangelio en la región, siendo maestro de muchos jóvenes que quisieron vivir su estilo de vida. Por ello obtuvo el permiso de construir un recinto monástico, en el que se vivía pobremente, en oración y trabajo constantes. A su muerte fue sepultado en la capilla del monasterio y su sepulcro es aún venerado.
En el siglo IX San Winegrial (30 de septiembre), un monje de dicho monasterio fue degollado por unos parientes para robarle un dinero que guardaba el santo para edificar una basílica a San Léry. Cuando fue descubierto el crimen, hubo gran dolor en todos los que le conocían y durante los funerales, imploraban a San Lèry que desvelase a los autores del crimen. Y he aquí que de pronto el santo fundador hizo aparecer manchas de sangre en las ropas de los asesinos.
A 30 de septiembre además se celebra a
San Jerónimo, Padre de la Iglesia.
San Winegrial de St-Lèry, monje y mártir.