San Thuriau de Dol, obispo. 13 de julio.
Nació en Bretaña, a inicios del siglo VIII, de un matrimonio ganadero: Magen y Lelian. De niño cuidaba las vacas y cerdos de la familia, lo cual le daba tiempo para leer. Una leyenda dice que escapaba al vecino monasterio de Dol, donde oía las lecciones de los monjes a sus discípulos, y entretanto los animales no se movían de su lugar, ni les atacaban los lobos. Así, a los 10 años ya sabía latín, filosofía y teología, y cantaba como los ángeles. Y una segunda versión dice que siendo aún niño le oyó cantar el obispo San Armel de Dol (29 de febrero), el cual quedó prendado de él y lo llevó al monasterio de Dol, donde el abad San Samson (28 de julio), le educó personalmente.
Fue un educando ejemplar, y luego un monje de primera. Muy joven ya era formador de otros religiosos, por su gran saber y ejemplaridad. Cuando Armel se sintió viejo, nombró a Thuriau su sucesor, al mismo tiempo que le nombraba abad de varios monasterios, para vigilar la observancia monástica. Fue un prelado manso y preocupado por la evangelización y la caridad. Una leyenda dice un caballero llamado Riwallon quiso apoderarse de las tierras del monasterio de Trémeheuc, fundado un siglo antes por San Maeoc (2 de noviembre), y para ello arrasó el monasterio hasta los cimientos. Entonces el obispo Thuriau le dejó paralizado en el sitio de su pecado hasta que el caballero se arrepintió y prometió resarcir al séptuplo el mal causado. Así, hizo penitencia por siete años, reconstruyó el monasterio haciéndolo siete veces más bello y rico, y todos los objetos y libros sagrados igualmente los septuplicó. Otros milagros realizó, el más conocido fue la resurrección de una joven hija única, luego de mandar al clero a orar por la joven.
Thuriau murió sobre 749. Fue sepultado en la catedral de Dol, y sus reliquias se trasladaron a la abadía de Saint-Germain-des-Prés, en París, en el siglo IX, durante las crueles incursiones de los vikingos a Bretaña. En el siglo XIII un incendio amenazaba arrasar la abadía, entonces los monjes tomaron las reliquias de San Thuriau, enfrentándolas al fuego, que inmediatamente se extinguió. En la Revolución Francesa esta abadía fue profanada, y las reliquias del santo corrieron la misma suerte. Solo se salvaron unas cuantas que previamente habían sido trasladadas a la iglesia de San Quintín.
Se le invoca contra las fiebres, y contra los fuegos. Es abogado para la obtención de la lluvia en tiempos de sequía. Igualmente es patrón de los animales, especialmente los cerdos y para la matanza de verano.
Fuente:
-"Les vies des saints de Bretagne". GUY-ALEXIS LOBINEAU. OSB. Rennes, 1874.
A 13 de julio además se celebra a
Santa Sara del Monte Carmelo, abadesa.
Santas Maura y Brígida, vírgenes y mártires.