San Quirino de Siscia, obispo y mártir. 4 de junio.
Sobre este santo, cuyas reliquias fueron veneradísimas en otro tiempo, hay algunas incertidumbres. Primero, las Actas, que aunque parecen antiguas, al mismo tiempo son tardías, con respecto a la fecha del martirio. Segundo, el periplo de su culto presenta muchas sombras. Pero esto no implica que sea inexistente ni todo lo que sepamos acerca de él sea falso.
Imperando Maximino y Galerio, ambos enviaron sendos edictos a sus gobernadores en las provincias romanas, para que los cristianos fueran sometidos a la ley, según la cual debían adorar a los dioses del imperio, y de no hacerlo por propia voluntad, esta fuera doblegada bajo tormentos. Gobernaba la sede Siscia, en Panonia, el obispo Quirino, el cual fue llamado al tribunal por el Teniente de Gobernador, llamado Máximo. Quirino huyó, pero fue apresado en el camino. Cuando fue preguntado por esto respondió: "Yo no huía, sino que obedecía a las órdenes de mi Maestro, que nos tiene dicho: 'Si os persiguieren en una Ciudad, retiraos a otra'". Preguntado sobre quien era ese maestro, Quirino dijo: "Es Jesucristo, que también es el verdadero Dios". Y al ser amenazado por huir de la justicia y no poder escapar, replicó: "El Dios que nosotros adoramos, está siempre con nosotros y en cualquier lugar que nos hallemos, nos puede socorrer: conmigo estaba cuando me prendieron, y en este mismo instante en que os estoy hablando me fortifica, me confirma y Él es quien por mi boca os responde".
Así, el interrogatorio continuó:
Máximo: -Parece que no buscas esos largos discursos sino para dispensarte de obedecer: ten, lee con respeto esos divinos caracteres [los edictos imperiales], y no dilates más el someterte a las órdenes que contienen.
Quirino: -No los tocaré de ningún modo, porque están llenos de impiedad, y porque contra el mandato expreso de Dios, obligan a sus siervos a sacrificar a vuestros dioses, que no son sino divinidades imaginarias. No sucede así con mi Dios: él está en el cielo, en la tierra, y en el mar. Está en todo lugar, y sobre todas las cosas, porque las contiene, y encierra todas.
M: -Buen hombre, ¿qué fábulas nos estás vendiendo? Vamos, toma el incensario en la mano, ven, y sabe hoy día que hay dioses que tú no conocías aun. No te pesará el haber obedecido, y esta sumisión te dará muchos grados de inteligencia. Procura, pues, persuadirte a ti mismo la necesidad de ser obediente, y si todavía no estás convencido de la existencia de nuestros dioses, finge estarlo a lo menos. Si no, bien puedes esperar toda suerte de tormentos, y al final una muerte horrible.
Q: -Esos tormentos con que me amenazas no harán más que aumentar mi gloria, y esa muerte horrible con que crees espantarme será un paso a una vida eterna si no me hago indigno de ella: para evitar esta desgracia resuelvo no obedecer a vuestros Emperadores y someterme solo a mi Dios. Yo no creo que vuestros dioses sean dioses, y no quemaré incienso sobre el altar de los demonios. Yo no conozco otro que el altar de mi Dios; y sobre este altar es sobre el que he ofrecido más de una vez sacrificios de agradable olor.
Y así, por el estilo, se recrean las Actas en los interrogatorios, en los que se desgrana la fe católica sobre Dios, Cristo y su redención, las virtudes cristianas. También mencionan promesas de riquezas o de ser sacerdote de Júpiter, pero como el santo rechazara todo esto, le amenazan con apalearlo y enviarle ante Amancio, el Gobernador de Panonia. Finalmente, Máximo, cansado, mandó le cargaran de cadenas y le metieran en una cárcel. "La cárcel no me da ningún miedo" – replicó entonces Quirino – "esta será para mi una habitación agradable, puesto que estaré allí con Dios, que está siempre con los que le aman y le adoran". Y encadenado fue metido en una prisión. A media noche, mientras Quirino oraba, un gran resplandor iluminó la celda, y convertido el alguacil, llamado Marcelo, pidió al obispo perdón por sus pecados y reconociendo a Jesucristo como verdadero Dios, fue bautizado por Quirino.
A los tres días fue enviado Quirino a Panonia, a ser juzgado por el Gobernador Amancio. No estaba Amancio, por lo cual hubo de esperarse que regresara de Escarabancia (la actual Oedembourg). Pero Amancio no quiso juzgarle, así que le llevó consigo a Sabaria (la actual Szombathely). Al salir de la ciudad se le acercaron al santo unas mujeres que le ofrecieron pan y vino para alimentarse y reconfortarse. Cuando el santo alargó las manos para tomarlos, las cadenas cayeron por milagro, pudo bendecirlos y comer, y luego, pacientemente, esperó a que los soldados le encadenaran de nuevo, sin huir. Al llegar a Sabaria, Amancio le hizo conducir al teatro, y comenzó el interrogatorio:
Amancio: -Di si todo cuanto ha pasado en el interrogatorio que has prestado ante Máximo es verdad. Me pareces un poco terco en tus opiniones.
Quirino: -He confesado al verdadero Dios en Siscia: jamás he adorado a otro que a Él: Él es el único y verdadero Dios.
A: -Mucho trabajo me cuesta el mandar que te atormenten en la edad en que te veo. (…) Obedece a los edictos y sirve a los dioses.
Q: -No os detenga mi edad, pues la fe que conservo inviolable a mi Dios, me puede hacer superior a los tormentos más horribles. Y así no esperéis que me retracte, porque ni las dulzuras de una vida feliz, ni los horrores de una muerte cruel, podrán jamás hacer que mude un solo artículo a mi creencia. Mi alma está inalterable a todas vuestras invectivas.
A: -¿Qué es lo que os hace correr hacia la muerte, para que no quieras mostrar alguna deferencia a las órdenes de vuestro Príncipe, y algún respeto a la religion? (…) Prolonga tus días por un poco de sumisión, y no muestres tan gran repugnancia en obedecer nuestras leyes.
Q: -Un hombre que amase la vida, o cuyo espíritu estuviese debilitado por la edad, podría rendirse a tus discursos. Pero yo, que he aprendido de mi Dios que una vida que no está sujeta a la muerte, se debe seguir inmediatamente a esta, no cuido de retractarme: yo arribaré fiel a su término.
A: -Puesto que opones siempre una terca resistencia a todo cuanto nos ha parecido conveniente decirte para someterte a las órdenes de los Emperadores, es necesario que sirvas de ejemplo a todos los cristianos.
Entonces, Amancio mandó que le atasen una rueda de molino al cuello y fuera sumergido en el río Raab. Lo ejecutaron los soldados, pero por milagro, la piedra no se hundió enseguida, sino que Quirino permaneció con medio cuerpo fuera del agua, predicando a Jesucristo y convirtiendo a muchos durante mucho tiempo. Finalmente, luego de pedir a Cristo que le llevase a su reino, se sumergió del todo y murió ahogado, en 303. El cuerpo habría sido hallado río abajo, donde fue sacado del agua y sepultado en secreto. Luego de la paz de San Constantino (21 de mayo), se elevó un memorial en el mismo lugar. Las reliquias fueron veneradas durante siglos junto a la puerta de Escarabancia, de la ciudad de Sabaria. Sin embargo, en el siglo VIII, reinando el papa San Zacarías (3, 15 y 22 de marzo), se cuenta de una donación de las reliquias del santo y una traslación desde Roma, adonde habrían sido llevadas previamente, hasta el monasterio de Fulda, donde efectivamente, se le venera. ¿Son las mismas reliquias y el mismo santo, u otro santo de igual nombre? En el cielo lo sabremos.
Se le invoca contra los dolores en las piernas y la gota, probablemente por una confusión con San Quirino de Neuss (30 de marzo).
Fuente:
-"Las verdaderas actas de los mártires". Tomo III. RUINART. Madrid, 1776.
A 4 de junio además se celebra a
Santa Nennoc de Ploërmel, abadesa.
San Metrófanes de Constantinopla, obispo.