San Simeón de Tréveris, ermitaño carmelita. 1 de junio.

Su leyenda, algo confusa, le hace nacer a finales del siglo X y oriundo de Siracusa. Fue educado en Constantinopla y luego vivió como ermitaño en la Tierra Santa, primero junto al Jordán, y luego con los "carmelitas" de Belén, donde tomó el hábito. A continuación, en una comunidad monástica de Belén. También formó parte del monasterio eliano junto al Mar Rojo, y finalmente fue religioso del monasterio de los carmelitas del Monte Sinaí, donde fue ordenado diácono. En todos estos conventos dejaba un sabor a oración, penitencia, obediencia y humildad. Era muy piadoso y devotísimo de la Virgen María. En el Sinaí conoció al Duque de Normandía, que le eligió como consejero mientras estaba duraba la Primera Cruzada. Cuando el Duque regresó a Normandía, Simeón recibió un aviso del cielo que debía acompañarle. Así que entró en Europa.

Las leyendas son muy confusas, y le hacen ser compañero de peregrinaje por Tierra Santa del legendario arzobispo San Poppo de Bamberg (16 de junio). Según la leyenda, el santo obispo pidió a una monja del monasterio fundado por Santa Severa (20 de julio) que le hiciera unos zapatos. La monja, que amaba al santo, los hizo y los hechizó para que Poppo no pudiera negarse a cohabitar con ella. Ambos pecaron, y el santo para olvidarla regaló los zapatos a su vicario, que los aceptó sin saber eran embrujados. También pecó el vicario con la monja, y así, según la leyenda, todos los frailes y presbíteros de la región, se probaron los zapatos, y pecaron. En fin, que se supo lo ocurrido, los zapatos fueron exorcizados, la monja echada del monasterio y los presbíteros fueron castigados. Por este pecado, San Poppo peregrinó descalzo a Tierra Santa, y a este viaje llevó consigo a nuestro Simeón.

Una vez que regresaron a Europa, Simeón se encerró en una celda en la torre de la Porta Nigra, en Tréveris. El abad del monasterio de San Maximino (29 de mayo) quedó a cargo de ser su superior. Allí vivió el santo una vida de oración y penitencia hasta 1035, cuando voló al cielo. En 1042 fue canonizado por el papa Benedicto IX, siendo el segundo varón en serlo, el primero fue San Ulric de Ausburg (4 de julio). Una capilla dedicada a su memoria fue construida en el sitio donde estuvo su celda, y allí estuvieron sus reliquias hasta 1400, cuando fueron trasladadas a la iglesia de San Gervasio. En 1802 esta iglesia fue demolida por orden de Napoleón, y a finales del XIX fue construida una iglesia dedicada a San Simeón, y allí se veneran sus reliquias.

Fuente:
https://www.heiligenlexikon.de

A 1 de junio además se celebra a
San Ronan de Bretaña, obispo.
San Elías y compañeros mártires.